Almeida y Marsans
Los Rojos primero se fijaron en el infielder Rafael Almeida y el jardinero Armando Marsans durante el viaje de juegos de exhibiciones del club en Cuba en 1908. El par de jugadores cubanos fueron las estrellas en los encuentros de exhibición contra los Rojos y durante los siguientes años, el equipo exploró la posibilidad de adquirirlos. En 1909, los contratos de los jugadores fueron vendidos al club de Nueva Bretaña en la liga menor de Connecticut. Ahora que estaban en los Estados Unidos, los Rojos negociaron un contrato con Nueva Bretaña para adquirir a las figuras. El movimiento estuvo rodeado de controversia debido a que la adquisición de jugadores latinos era monitoreada muy de cerca para asegurarse que los peloteros no violaran el reglamento no escrito de los integrantes de la raza blanca de no firmar jugadores afroamericanos o de piel oscura que pudieran confundirse como afroamericanos. Por eso, el club realizó un gran esfuerzo para formular declaraciones públicas recalcando que Almeida y Marsans eran de ascendencia española, sin un rastro de sangre africana. Y fue bajo este auspicio que el club firmó a ambos en junio de 1911 con cada pelotero debutando con los Rojos semanas después el 4 de julio. Aunque la carrera de Almeida fue breve, Marsans se convirtió en uno de los guardabosques titulares de los Rojos, bateando .300 en cuatro campañas con el club, convirtiéndose en el primer jugador latino en jugar con regularidad con un equipo en las grandes ligas blancas. La adquisición de Almeida y Marsans no resultó inmediatamente en flujo de jugadores cubanos a los Rojos, ni en los rosters de las grandes ligas blancas, pero sí demostró la posibilidad de esa clase de adquisiciones, y el desempeño de Marsans no dejó dudas de la calidad de talento que Cuba podía ofrecer.