Wander “nació para batear”. Ahora lo hará
Wander Franco estaba sentado detrás de un grupo de mesas juntas en el restaurante Boga Boga en Santo Domingo y manejó el improvisado estrado y la rueda de prensa con facilidad.
El dominicano respondió preguntas como un profesional, hablando de sus metas a largo plazo y por qué iba a ser algún día un buen jugador de Grandes Ligas. Luego posó para fotos y firmó algunos autógrafos, como es costumbre algunas veces en la República Dominicana.
Los reporteros presentes le prestaron atención a cada palabra de Franco. Todo el que estaba allí sabía que estaban viendo algo extraordinario. Extraño, claro, pero extraordinario de cualquier manera. Un tipo de evento sin precedentes.
Franco acababa de cumplir 13 años.
Hoy, Franco es el mejor prospecto de todo el béisbol y está a punto de hacer su estreno en las Grandes Ligas. Pero hay que retroceder el reloj varios años para entender de dónde viene, qué hace de él alguien tan especial y cuándo se dieron cuenta todos de que tenía posibilidades de ser la próxima gran estrella del juego.
“Creo que nací para batear”, dijo Franco. “Es algo que me regaló Dios. Desde que era un niño, siempre he podido hacer buen contacto y darle duro a la pelota”.
Como tantos niños en la República Dominicana, Franco comenzó a jugar béisbol a muy temprana edad. Tenía 10 años cuando se unió a un amigo de la familia llamado Oritel “Chiqui” Peguero y empezó a entrenar para una carrera como pelotero profesional. “Chiqui” manejaba una academia pequeña, pero tenía buenas relaciones con entrenadores bien conocidos en programas mucho más grandes. Uno de ellos era Rudy Santín, un ex scout de Grandes Ligas que había trabajado un total de 27 años con Yankees, Rays y Gigantes antes de convertirse en entrenador particular de jugadores en el 2011.
En una entrevista con MLB.com antes de su muerte en verano pasado, Santín recordó cómo encontró a Franco.
“Yo fui a Baní para ver a un pitcher para mi programa y le pregunté a Chiqui si había otro muchacho que quería que yo viera. Me dijo que tenía a un niño de 10 años que era un jugador natural”, contó Santín en el 2018. “Yo dije, ‘OK, seguro’. Pero en lo que agarró el segundo rolling, dije, ‘Wow, este muchachito es especial. Parecía un jugador de Grandes Ligas en miniatura. Quería trabajar con Wander de una vez, pero era muy joven, así que le dejé un par de zapatos de béisbol y un guante y le dije que me llamara en unos años”.
Dos años después, Chiqui mandó a Franco a la academia de Santín en Santo Domingo, MVP Sports Academy, y el resto es historia. El cazatalentos veterano organizó un evento en un restaurante local para anunciar la noticia.
Bajo la tutela de Santín, Franco visitó academias de equipos de Grandes Ligas en la isla, destacándose en pruebas de talento y practicando en el circuito de tryouts por el que normalmente transitan los mejores prospectos internacionales. Los Rays lo vieron por primera vez en el 2014 mientras estaban probando al jardinero dominicano Jesús Sánchez, quien también estaba en el programa de Santín.
“Un día, estamos sentados viendo a Jesús Sánchez y (Rudy Santín) menciona así de pasada, ‘Oye, van a ver la sorpresa que tengo para ustedes, muchachos’”, recordó recientemente el puertorriqueño Carlos Rodríguez, vicepresidente de desarrollo de jugadores y scouts internacionales de los Rays. “No era una prueba oficial. Era más bien algo así como, ‘Esto es lo que estoy tratando de pulir’. Y era Wander. Obviamente, había muchas cosas que te gustaban. Prospecto del medio del cuadro. Siempre tuvo esas manos rápidas y electrizantes. Un swing suelto. Siempre parecía que estaba disfrutando en el terreno”.
Ver al joven Franco jugar en aquellos días era algo impresionante. Es conocido ahora por su fuerza en el plato, pero por aquel entonces, los scouts internacionales comparaban las manos y el trabajo de pies de Franco con los del venezolano Omar Vizquel. Era sencillamente elegante. En el plato, podía darle a la bola con autoridad desde ambos lados del plato. Sus instintos para jugar y conocimientos del juego eran muy avanzados para su edad. Franco es sobrino de dos hermanos exjugadores de Grandes Ligas, Erick y Wily Aybar, y vecino del tercera base de los Indios en Baní, José Ramírez. Todo eso se notaba. Con apenas 15 años, Franco caminaba, hablaba y – lo más importante – jugaba como un prospecto que iba a llegar algún día a las Grandes Ligas.
Pero también tenía sus críticos. Algunos scouts se mostraron preocupados por la proyección de Franco debido su tamaño. ¿Era lo suficientemente fuerte? ¿Crecería? También había interrogantes sobre la musculatura de la parte inferior de su cuerpo. Otros cuestionaban si tenía la habilidad para mantenerse a largo plazo en el campo corto. Sin embargo, nadie negaba el talento ofensivo de Franco y la capacidad de darle siempre a la bola con la maceta del bate. Y también sabía correr. La manera de comportarse también era extraordinaria. A nadie le sorprendió que Franco fuese considerado el mejor prospecto del mercado internacional cuando firmó por US$3,825,000 con los Rays el 2 de julio del 2017. Los Yankees, Azulejos y Cerveceros también habían intentado firmarlo.
“Creo que había conceso en que iba a ser un gran bateador, pero mucho de lo que se especulaba por esos días era dónde iba a terminar jugando. ‘¿Será un torpedero? ¿Terminará jugando en la segunda o tercera?’”, siguió Rodríguez. “Ya al final de nuestras evaluaciones antes de firmarlo, básicamente nos sentamos a verlo jugar. Sólo a verlo jugar, observar sus instintos en el terreno, su conocimiento del juego, la energía que siempre tiene. Y nos fuimos pensando que teníamos a alguien bien especial. Y no ha decepcionado”.
Eso es quedarse corto. El meteórico ascenso de Franco por las ligas menores es una de las mejores historias del béisbol y el próximo capítulo está por comenzar. En el 2017, firmó su primer contrato profesional en el complejo de los Rays en Dominicana con muy poca fanfarria. Su próxima conferencia de prensa será un evento internacional.
Franco estará listo para el gran momento. Siempre lo ha estado.