Torriente, el “Babe Ruth cubano” del Siglo XX
Pocos jugadores en la historia han recibido tantos elogios de sus homólogos y tan poco reconocimiento general como Cristóbal Torriente. Llevaba el apodo de “El Babe Ruth cubano” (o como muchos decían, Ruth era el “Cristóbal Torriente estadounidense”), en parte por su legendaria, casi mítica, serie en Cuba en la que superó en jonrones a Ruth, pero principalmente por su excelencia general.
Torriente, una amenaza doble conocido por un bate que no caía en slumps, hacía todo con facilidad. Bateaba para poder utilizando todo el terreno. Tenía una velocidad engañosa, algo que lo convertía en un jugador élite corriendo las bases, pero especialmente en el jardín central.
Una vez conectó la bola con tanta fuerza que dejó un pequeño cráter en el terreno, al lado del antesalista Frankie Frisch.
“Estoy agradecido de no haber estado al frente”, recordó Frisch.
Torriente era todo lo que querías en un jugador de béisbol, antes de que las habilidades fueran evaluadas en un rango de 0-80. Estuvo en el grupo inaugural de Salón de la Fama Cubano en 1939 -- 67 años antes de que recibiera esos mismos honores en Cooperstown, Nueva York, donde su sobrino nieto, Orlando Gonzales, estuvo presente para su merecida y esperada exaltación.
Pero nunca tuvo la oportunidad de demostrar su talento en Grandes Ligas.
“Díganle a Torriente y a [José] Méndez que si pudieran jugar conmigo en las Mayores, ganaríamos el banderín en julio y nos iríamos a pescar el resto de la temporada”, dijo una vez Ruth.
Pero también es cierto que se conoce poco sobre Torriente.
Tomen de ejemplo la actuación que lo elevó en la historia. En 1920, los Gigantes de Nueva York y Ruth – como Yankee – hicieron un viaje a Cuba para enfrentarse a una variedad de equipos a lo largo de la isla, como parte de la American Series. No hay mucha información exacta sobre la actuación de Torriente, pero se informó que superó a Ruth en cuadrangulares 3-2, yéndose de 5-4 en una victoria por 11-4 en la que añadió un doblete para sumar seis empujadas ese día.
También hay interrogantes sobre el final de su vida. Se cree que Torriente falleció en Nueva York a sus 44 años en 1938. Pero el lugar exacto donde descansan sus restos ha generado una apasionada búsqueda para los habitantes de su natal Cienfuegos. Se cree que sus restos están en el Cementerio de Cristóbal Colón en La Habana, junto a los de otros jugadores.
Lo que sabemos es esto: Según Seamheads.com, Torriente bateó .342 en partes de 17 temporadas en las Ligas Negras, incluyendo promedios superiores a .300 en ocho oportunidades. Sus victorias por encima del reemplazo en las Ligas Negras, calculadas por Seamheads, representan la tercera mejor cantidad en la historia.
Torriente dejó su marca en los American Giants de Chicago de Rube Foster, tras llegar al club en 1919. En las tres siguientes temporadas, el equipo ganó tres banderines de las Ligas Negras. En 1920, el cubano bateó .417.
Pero sin mucha evidencia, al menos para compararlo con otros de los jugadores de la época, tenemos lo dicho por sus oponentes. Según una encuesta publicada en “All-Time All-Stars of Black Baseball”, entre los jugadores de las Ligas Negras entre 1900-1950 – incluyendo íconos como Buck Leonard, Don Newcombe y Buck O’Neal -- Torriente fue seleccionado como uno de los mejores patrulleros en la historia, junto a Oscar Charleston y Cool Papa Bell. Martín Dihigo -- uno de los otros ídolos cubanos – fue elegido como el intermedista del equipo legendario.
“Cristóbal Torriente es el mejor jugador cubano que haya visto, el más completo, incluyendo a los estadounidenses que vinieron y a los que conocí en los Estados Unidos”, dijo en una ocasión Dihigo en una edición del diario Miami Herald en mayo de 1987.
Ahora, cada vez que un prometedor jugador asciende en las listas, siempre se habla de sus herramientas. ¿Puede batear para poder? ¿Tiene buena velocidad? ¿Cuál es su alcance defensivo?
Tal vez deberíamos estar preguntándonos otras cosas más simples, como: ¿Puede jugar béisbol como lo hacía Cristóbal Torriente?