Tony Oliva gozó su tour especial del Salón

3 de marzo de 2022
Milo Stewart Jr./Hall of Fame

Para Tony Oliva, caminar por el Salón de la Fama como uno de los nuevos miembros del exclusivo club le produjo una serie de emociones.

“Pueden creerlo? Voy a tener una placa aquí”, dijo el exjugador cubano.

Oliva viajó a Cooperstown, Nueva York para una visita especial, durante la cual recorrió el museo, firmó la base donde su placa del Salón de Fala eventualmente será colgada y habló con los medios en la galería de las placas.

Oliva, quien será exaltado el 24 de julio junto al resto de los siete miembros del grupo del 2022, fue elegido al Salón por el Comité de la Era Dorada en diciembre pasado.

“Cuando recibí la llamada (de Jane Forbes Clark, presidenta ejecutiva del Salón de la Fama), no sabía qué decir”, confesó Oliva. “No lo podía creer. Fue una tremenda sorpresa para mí”.

El ocho veces convocado al Juego de Estrellas ganó tres títulos de bateo en su carrera y fue Novato del Año de la Liga Americana en 1964, como parte de una trayectoria de 15 años en las Grandes Ligas, todos con el uniforme de los Mellizos de Minnesota.

Oliva estuvo acompañado en la visita por su esposa Gordette y su hija Anita.

El tour comenzó en el inicio de la línea temporal del museo, avanzando desde los orígenes del béisbol y atravesando todo el largo camino de la historia del juego hasta llegar al presente. Durante el recorrido, Oliva revivió incontables recuerdos de su carrera.

Cuando vio una camiseta de los Diablos Rojos de México de un juego de veteranos de 1964, que era parte de la exhibición “Ideals and Injustices”, Oliva recordó sus días de jugador en el béisbol invernal de dicho país con los Cañeros de Los Mochis. Como su familia no había podido viajar a los Estados Unidos desde Cuba, tuvo la oportunidad de reunirse con ellos en México.

Los padres de Oliva eventualmente llegaron a Minnesota, donde tuvieron que enfrentarse por primera vez al duro frío del invierno, recordó Oliva.

“Cuando él (su padre) llegó a Minnesota, pensó que el suelo en los Estados Unidos era blanco”, dijo Oliva.

Más adelante durante su paseo por el museo, Oliva se detuvo cuando vio el Premio Jugador del Año de Sporting News en 1965 que ganó Sandy Koufax, cuyos Dodgers derrotaron a los Mellizos de Oliva en la Serie Mundial de dicho año.

“Ése es el hombre”, soltó Oliva.

En la exposición “Whole New Ballgame”, Erik Strohl, vicepresidente de colecciones y exhibiciones del HOF, señaló el famoso bate del incidente de George Brett con la resina de pino.

“¿Quieren saber algo? Ese muchacho podía batear con cualquier tipo de bate”, dijo Oliva acerca de Brett.

En la misma exhibición, Strohl mostró un video que le trajo muchos recuerdos a Oliva de sus días como coach de los Mellizos: El jonrón de oro de Kirby Puckett en el Juego 6 de la Serie Mundial de 1991. Oliva y Minnesota ganaron el Clásico Otoñal ese año, el último suyo como coach del equipo.

“¡Los veremos mañana!”, recitó Oliva justo antes de que empezara el video, recordando la famosa narración de Jack Buck sobre el dramático cuadrangular de Puckett.

En el tercer piso del museo, Oliva vio uno de tres jugadores históricos en la exhibición “Hank Aaron: Chasing the Dream”.

“Ésos son los tres grandes”, dijo Oliva al ver la foto de Hank Aaron, el puertorriqueño Roberto Clemente y Willie Mays en el Juego de Estrellas de 1961.

El tour continuó hacia el depósito de colecciones del Salón, donde Oliva pudo tocar artículos utilizados por otros miembros del Salón, además de excompañeros de equipo y rivales.

Cuando tomó un bate de Honus Wagner, Oliva quiso adivinar cuánto pesaba.

“¿Cómo 45 onzas?”, preguntó.

Exactamente, indicó Strohl.

Oliva también agarró un bate de un excompañero suyo y también miembro del Salón, el panameño Rod Carew.

“Este muchacho sabía lo que estaba haciendo”, dijo Oliva mientras sostenía el bate con el que Carew conectó su hit número 2,000 en 1978.

Al Kaline, otro inmortal, fue uno de los ídolos de Oliva, así que fue bien especial para el cubano poder ver de cerca el bate que utilizó la leyenda de los Tigres en el Juego de Estrellas de 1961.

“En la Liga Americana, Al Kaline era mi ejemplo”, dijo Oliva, quien como Kaline defendió el jardín derecho con un solo equipo durante toda su carrera. “Yo quería jugar como él”.

El paseo de Oliva concluyó en la galería de las palcas, donde se paró para posar junto a algunos de sus nuevos compañeros del Salón de la Fama, incluyendo Kaline y otra leyenda de los Mellizos, Harmon Killebrew.

“Para mí, este señor que ven aquí era demasiado buena persona para ser jugador de béisbol”, confesó Oliva, señalando la placa de Killebrew.

Oliva entonces se puso su gorra y camiseta del Salón de la Fama, y firmó el espacio donde pronto colgará su placa.

“Había esperado esto por mucho tiempo, por 45 años”, comentó Oliva. “Nunca es tarde”.