Mookie sobre Buckner: ‘Éramos bien amigos’
NUEVA YORK – El ex patrullero de los Mets, Mookie Wilson, jamás olvidará la llamada que recibió el 28 de mayo del 2019. Estaba en Atlanta con un familiar, cuando un periodista le dijo que Bill Buckner había fallecido. Buckner tenía 69 años.
Wilson, de 65 años, no lo creía. Apenas había visto a Buckner un mes atrás, como parte de un evento para firmar autógrafos. Wilson sabía que Buckner estaba batallando con Demencia de Cuerpo Lewy, pero la noticia de su fallecimiento le pegó.
“Fui uno de los primeros en enterarse sobre su diagnóstico”, mencionó Wilson. “Me tomó un par de días [aceptar que había fallecido]. No usé mi teléfono. No quería escuchar nada al respecto. Sentí que perdí a un hermano. Éramos así de cercanos. No sabes lo cercano que eres de alguien hasta que sucede algo así. Me pegó fuerte”.
Wilson y Buckner se hicieron grandes amigos gracias a un vínculo permanente que surgió del Juego 6 de la Serie Mundial de 1986.
Wilson fue el héroe. Buckner el villano. En la parte baja de la décima entrada, con el relevista de los Medias Rojas Bob Stanley en la loma, Wilson conectó un lento rodado en dirección a Buckner en la inicial. La bola pasó por entre sus piernas, permitiéndole a Ray Knight anotar la carrera del triunfo que empató la serie a tres victorias. No ayudó que Buckner estuviera jugando con un tobillo lesionado.
“No recuerdo la última vez que fallé una bola así”, dijo Buckner tras el juego, “pero esta la recordaré”.
Los Mets terminaron ganando la Serie Mundial dos días después; su primer título desde 1969. Por los Medias Rojas, no importó que Calvin Schiraldi perdiera dos juegos o que Oil Can Boyd permitiera seis carreras en su única apertura, fue Buckner quien se llevó la culpa de la derrota en la Serie Mundial. Algo injusto, según Wilson.
“Fue una de esas cosas que simplemente pasan”, mencionó Wilson. “Resulta que nosotros fuimos el más y menos afortunado del hecho. Sigamos adelante. Como me dijo: ‘Llevémoslo así’”.
Luego de ver terminadas sus carreras, Buckner y Wilson se hicieron grandes amigos, al coincidir en eventos de postalitas de colección.
“Hicimos un pacto”, recuerda Wilson. “No [participaríamos en ningún evento] a menos que los dos aceptáramos. Me decía: ‘Mira, obtuve este trabajo, ¿quieres hacerlo? Nos pagarán esto... Es nuestro precio.’ Es lo que hacíamos, siempre que estuviéramos juntos. Fue un pacto de caballeros. Fue bien simple. Hasta el día de hoy, no doy entrevistas porque haría quedar mal a Bill. Rechacé muchas cosas por esa razón”.
Una vez se hicieron amigos, Buckner a veces llamaba a Wilson en plena noche. No hablaban de béisbol, sino de la familia y de planes para ir pescar.
“Quería que fuera a pescar con él”, señala Wilson. “Le dije: ‘Mira, nosotros los afroamericanos no vamos a pescar en ningún hielo. No hacemos esas cosas’. Teníamos una relación que la gente no comprendía. Decían ‘¿Ustedes se hablan?’, ¿por qué no? Así de cercanos éramos”.
La esposa de Buckner, Jody, le pidió a Wilson que fuera al servicio funeral, pero Wilson no quiso.
“No pude hacerlo. Sentí que era algo muy familiar”, confesó Wilson. “Ella me dijo cómo se sentía Bill con respecto a mí y nuestra relación. Eso me hizo sentir bien. Sentía que era lo suficientemente cercano como para decirle a Jody. Fue una de esas situaciones en las que sentía que estaba por fuera [debido al fallecimiento de Bill]”.
¿Cómo se dio esa amistad?
Wilson y Buckner fueron primero rivales del Este de la Liga Nacional. Wilson comenzó su carrera en las Mayores con los Mets en 1980 y se convirtió en una figura popular debido a su talento y entrega. El único Buckner que conocía era Jim; el hermano menor de Bill. Fueron compañeros de equipo durante un año en 1979, cuando ambos estaban en Triple-A Tidewater.
“Eran mellizos. Jim es del mismo tamaño y era zurdo. Corría igual que Bill”, recuerda Wilson.
Bill era uno de los veteranos y mayores productores de los Cachorros. Solía saludar a Wilson por su relación con Jim.
El 25 de mayo de 1984, Buckner fue canjeado a los Medias Rojas. Dos años después, Buckner llevó a Boston a la Serie Mundial ante Wilson y los Mets. Fue la última temporada sólida de Buckner en las Mayores. A sus 36 años, terminó segundo en el equipo con 102 carreras remolcadas, sólo superado por las 110 de Jim Rice.
Llegó el Juego 6 de la Serie Mundial. Boston estaba a un out de ganar su primer campeonato desde 1918. De hecho, en la parte baja de la décima entrada, en la pantalla de Shea Stadium salió el mensaje de “Felicitaciones, Medias Rojas de Boston, campeones de la Serie Mundial 1986”.
Incluso Wilson admitió que pensó que el juego se había terminado, luego de que Wally Backman y Keith Hernández fueran retirados para los primeros dos outs del inning. Los Mets estaban abajo 5-3.
“Cuando Wally y Keith fueron retirados, no lucía muy bien el escenario”, recuerda Wilson. “... para ser honesto contigo, dije: ‘Vamos a desperdiciar esto’. No había nada de emoción en la cueva. No había nada”.
Con dos outs y Schiraldi en la loma, Gary Carter mantuvo el inning vivo con un sencillo al jardín izquierdo. El emergente Kevin Mitchell le siguió con otro hit al centro, para poner corredores en primera y segunda. Ray Knight dio un imparable al derecho-central, que le permitió a Carter anotar y mover a Mitchell a la antesala.
El manager de los Medias Rojas, John McNamara, hizo un cambio de lanzador y llamó a Stanley. Wilson estaba en el círculo de espera cuando Mitchell anotó con un wild pitch para empatar el juego a cinco carreras.
Wilson era el sexto bateador del inning y comenzó a pensar que los Mets podrían ganar el juego. Wilson no podía perderlo porque ya estaba empatado.
Wilson llevó la cuenta al máximo, antes de conectar un lento rodado hacia la primera base, que pasó entre las piernas de Buckner y Knight anotó la carrera del triunfo. El Shea Stadium estalló. Es como si los Mets hubiesen ganado el campeonato. Buckner se convirtió en el señalado por haber permitido la carrera de la derrota, mientras que Wilson salió como héroe.
“Debí haberle dado mejor al pitcheo. Dije cosas que no debí haber dicho. ¿Sabes esas palabras que dices cuando las cosas no salen como quieres?”, comentó Wilson, quien no quiso revelar lo que dijo mientras recorría las bases. “Yo sólo corrí fuerte. Cuando la pelota pasó entre sus piernas, dije lo mismo que cuando conecté el batazo”.
“Estaba sorprendido. Conocía muy bien a Buckner. Sabía la clase de jugador que era. Puede hacer esa atrapaba dormido. La mayoría puede. Pero, como dije, estas cosas locas pasan por una razón”.
Cuando terminó la Serie Mundial, Wilson y Buckner no se volvieron a ver hasta la temporada de 1989. Wilson era parte de los Azulejos, mientras que Buckner estaba en el roster de los Reales. Durante los calentamientos en el Royals Stadium, Buckner vio a Wilson y le dijo: ‘Oye, Mookie, ¿me quieres batear unos roletazos?’
“Eso rompió el hielo y me hizo sentir cómodo para hablar con él”, dijo Wilson. “Desde ese día, así fue que empezó”.
Aunque la carrera de Buckner quedó marcada por esa jugada en el Juego 6 del Clásico de Otoño de 1986, Wilson, ahora embajador de los Mets, cree que Buckner tiene argumentos para estar en el Salón de la Fama. Buckner terminó su carrera con un promedio .289, 2,715 hits, 1,208 empujadas, pero sus Victorias por Encima del Reemplazo (WAR) son apenas 15.1, durante sus 22 años de carrera.
“Fue un jugador fenomenal”, señaló Wilson. “Hizo todo extremadamente bien. Tiene mejores números que algunos que están en el Salón de la Fama. No lo entiendo”.