Mariano se dirigió muy emotivamente a Panamá
COOPERSTOWN, Nueva York – En su discurso de exaltación al Salón de la Fama, recordó Mariano Rivera que la primera vez que conoció a su nuevo manager Joe Torre en los Yankees en 1996, pensó que el capataz hablaba el idioma castellano.
“Empecé a hablar con él en español. Le dije, ‘Hola Torre, ¿cómo estás?”, contó Rivera. “Él me miró como si estuviera loco yo. No sabía que él no hablaba español”.
Más de 23 años después, una gran parte de los millares de personas que presenciaron la ceremonia de exaltación del Salón de la Fama el domingo sí hablaban español. Y Rivera los complació, como había prometido.
Después de un detallado discurso en inglés sobre su trayectoria en el béisbol profesional, Rivera, elevado al Salón el domingo en el Clark Sports Center de Cooperstown, se dirigió a Panamá y a América Latina.
Y diferente al puertorriqueño Edgar Martínez, quien leyó mayormente un discurso que había escrito, Rivera habló basándose en algunos apuntes que tenía preparados y lo hizo de una manera más improvisada. Al final, cuando le tocó su parte en español, el panameño siguió expresándose de todo corazón.
“Para mi Panamá querida. Algo especial que aprendí a hacer fue siempre donde iba, representar a Panamá y dar lo mejor de mí por Panamá”, dijo Rivera, el segundo panameño exaltado al Salón de la Fama después de Rod Carew en 1991. “A todo el pueblo panameño, a todo fanático latinoamericano, esto es de ustedes. Los amo mucho, de una manera muy especial”.
Criado en el pueblo pesquero de Pueblo Caimito, Rivera se convirtió en el mejor cerrador de todos los tiempos en las Grandes Ligas, siendo líder de por vida en juegos salvados tanto en campaña regular como en postemporada. Entre otros tantos logros, ganó cinco Series Mundiales con los Bombarderos del Bronx. El domingo fue la culminación de esa trayectoria desde Pueblo Caimito hasta Cooperstown.
“Gracias por permitirme crecer en esa república hermosa. Gracias a Puerto Caimito a mi gente Puerto Caimito”, dijo un Rivera emocionado ante un público que incluyó al Presidente de Panamá, Laurentino Cortizo, y la leyenda panameña del boxeo, Roberto “Mano de Piedra” Durán. “Me enseñaron a vivir. Me enseñaron a aceptar los valores. Gracias por la crianza que me dieron. Les amo mucho, gracias por todo. Gracias por todo ese pueblo panameño que me acompaña en este día”.