De Vries entusiasma a los Padres con su talento y su energía
PEORIA, Arizona -- A finales de agosto pasado, después de que el prospecto de los Padres, Leo De Vries, sufriera una lesión en el hombro derecho que eventualmente terminaría con su primera temporada profesional, el vicepresidente del departamento de desarrollo de jugadores de San Diego, Ryley Westman, planteó brevemente la posibilidad de enviarlo al complejo del equipo en Peoria. Allí, el personal del equipo podría monitorear de cerca la recuperación del adolescente dominicano.
Por supuesto, los Padres también estarían sacando a uno de sus prospectos más emocionantes de su ambiente preferido: Un terreno de béisbol, un clubhouse, juegos de béisbol significativos. El personal de Clase-A Lake Elsinore rechazó la idea. Estaban en medio de una carrera hacia la Serie de Campeonato de la Liga de California. De Vries, ya sea que estuviera en el terreno o no, sería una parte integral de todo eso.
“Él era la energía”, dijo el entonces mánager de Lake Elsinore, Lukas Ray. “Era un gran motor de arranque para nuestro dugout. Pensamos: ‘Lo necesitamos aquí’”.
“Quería estar allí”, aseguró De Vries. “Se trata de apoyar a mis compañeros de equipo y estar ahí para ellos. Quería estar allí en el dugout para aportar esa energía, aportar ese apoyo”.
Westman cedió. Lo había visto también, después de todo. Estaba ese momento a principios de la temporada cuando los Storm estaban planeando cómo atacar al abridor contrario de ese día. Se informó a una sala llena de bateadores que se enfrentarían a un monstruo de velocidad, capaz de alcanzar las 100 millas por hora.
Eso provocó un gemido o dos en el salón. De Vries no iba a aceptar eso. Comenzó a aplaudir, animando a los presentes, recordó Westman.
A principios de la campaña, con los Storm luchando por un título divisional de la primera mitad, se enfrentaron a Rancho Cucamonga, la filial de Clase-A de los Dodgers. Se habían medido a Rancho antes, pero esta vez, De Vries no reconoció uno de los nombres en la rotación proyectada. Le informaron que Bobby Miller era un jugador de Grandes Ligas haciendo una apertura de rehabilitación.
“Él dijo algo como, ‘¡Claro que sí, por fin nos enfrentamos a un caballo!’”, recordó Ray, y los Storm procederían a castigar a Miller con cuatro carreras en 3.3 entradas y ganar el partido por 15-5.
El talento natural de De Vries es innegable. Es un campocorto ambidiestro de 18 años con las cinco herramientas, listo para brillar con los Padres en el juego del Spring Breakout del viernes contra los Atléticos, una exhibición de los mejores prospectos de ambas organizaciones. En la lista de los 100 Mejores Prospectos de MLB Pipeline, publicada recientemente, ocupó el puesto 18 en general, el segundo jugador más joven del ranking.
Hace poco más de un año, De Vries firmó con San Diego como el principal prospecto de su grupo internacional. Cuando llegó a Peoria en marzo, siendo un joven de 17 años que había volado en un avión por primera vez el día anterior, fue incluido en juegos intraescuadras de Grandes Ligas y se defendió bien.
Aun así, hay más cosas que entusiasman a los Padres que la obvia habilidad natural de De Vries, quien recibió una invitación al campamento de Grandes Ligas antes de ser reasignado a los entrenamientos de Ligas Menores la semana pasada. Les ha impresionado tanto su amor inquebrantable por el béisbol como – lo que es más importante – la forma en que se contagia a sus compañeros de equipo.
“Incluso en el breve tiempo que estuvo en el campamento de Grandes Ligas, se nota”, aseguró el presidente del departamento de operaciones de béisbol y gerente general de los Padres, A.J. Preller. “Se nota que tiene amor por la competencia, amor por el juego de béisbol. Lo que me impresionó fue su capacidad, en el terreno, para moverse y dirigir el tráfico, para ver el juego. No se suele ver eso en un jugador joven. Creo que es porque ha jugado mucho béisbol en la República Dominicana. Eso se notó en el campamento”.
De Vries afirma que su estilo de juego es natural, en el sentido de que es producto de su tiempo en la República Dominicana. Nativo de Azua, creció viendo a otro infielder ambidiestro del cercano pueblo de Baní: José Ramírez. También cita al exPadre Franmil Reyes como una influencia. De Vries dice que notó desde muy joven que los jugadores dominicanos más exitosos parecían ser los que más disfrutaban.
“He podido estar cerca de muchos jugadores de Grandes Ligas, muchos peloteros buenos de la República Dominicana”, contó De Vries. “Ése es el estilo con el que juego. Siempre me divierto. Siempre la paso bien. Siempre juego relajado con mis compañeros de equipo”.
Aun así, De Vries parece... diferente, como en el día más caluroso del verano en Lake Elsinore el año pasado, muy por encima de los 100 grados. De Vries no buscó la sombra mientras sus compañeros de equipo estaban bateando. Se paró en la parte trasera de la jaula. Cada bola que parecía que podía salir del parque, De Vries gritaba: “¿Sí o No? ¿Sí o No?” a sus compañeros de equipo. Cantaba, bailaba y lo observaba todo muy de cerca. Y luego, entró en la jaula.
“Cada vez que Leo entra para tomar sus turnos, está concentrado como un láser”, recordó un scout del equipo. “[Tiene] ese equilibrio de divertirse mucho jugando béisbol y ser un competidor concentrado como un láser, como se ve con su disciplina en el plato a los 18 años contra jugadores de Grandes Ligas”.
En un partido a finales de febrero contra los Angelinos, De Vries comenzó atrás 0-2 en la cuenta contra el derecho Brady Choban. Procedió a dejar pasar tres lanzamientos fuera de la zona de strike, antes de conectar un envío en 3-2 para un doble. El turno fue el tema de conversación del campamento de los Padres durante un día.
Y luego, De Vries lo hizo de nuevo la tarde siguiente en Glendale contra el derecho de los Medias Blancas, Dan Altavilla. De Vries se puso atrás 0-2 y trabajó la cuenta completa antes de mandar un sencillo de línea al jardín central.
“Creo que ésa es una buena representación de quién soy como pelotero”, mencionó De Vries en ese momento. “Selectivo, controlando la zona”.
El conjunto de habilidades avanzadas de De Vries podría tenerlo en una vía rápida hacia las Grandes Ligas. (Después de todo, los Padres nunca han sido tímidos a la hora de ascender a sus prospectos rápidamente). Aun así, probablemente esté a por lo menos a un año del gran salto. Pero considerando su potencial, algunos evaluadores ven potencial de prospecto número 1 en general cuando se publique la lista del 2026.
En el 2024, De Vries bateó .237 con OPS de .802 para Lake Elsinore. Pero esos números no le hacen justicia. Lidió con lesiones en ambos hombros, una al inicio de la temporada y otra al final. En julio y agosto, bateó .284/.407/.589 en 35 encuentros.
“En la Liga de California, cada noche sabías que era el mejor jugador en el terreno”, dijo Ray. “No tenía que irse de 4-3 ni dar cuadrangular. De cualquier manera, hacía algo que les mostraba a todos que era el mejor jugador en el terreno todas las noches.
“Y luego, desde un punto de vista de mentalidad, incluso hizo que nuestro personal disfrutara [más] del béisbol. Es como que éste es un juego de niños. Se está divirtiendo mucho. Se presenta listo, ya sea que se haya ido de 4-0 con dos ponches anoche o de 4-4 con dos jonrones”.
Con un año de béisbol profesional en su haber, De Vries está claramente en una trayectoria ascendente. Es el prospecto número 1 de los Padres y quizás su campocorto del futuro. El joven afirma que sólo tiene dos objetivos para el 2025.
“Divertirme y mantenerme sano”, resumió De Vries. “Cuando estuve sano el año pasado, pude demostrar lo que puedo hacer. Ése es el objetivo para mí: Poder mantenerme sano durante toda esta temporada. Luego, simplemente salir y divertirme”.
No es que De Vries sepa hacerlo de otra manera.
AJ Cassavell está a cargo de la cobertura de los Padres para MLB.com.