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Conoce la historia de la racha ganadora más larga del béisbol

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@castrovince
29 de enero de 2025

Cuando Kelyn Ikegami escuchó la historia de los Salt Lake City Trappers de 1987, supo que era una historia que resonaría entre los fanáticos del béisbol. Y entre cualquiera con un sueño.

“¿Cómo es posible”, pensó, “que la gente no conozca esto?”.

Ikegami era un estudiante de artes mediáticas en la Universidad Brigham Young en Provo, Utah. Al mudarse allí para estudiar, pensó que estaba dejando su afición por el béisbol en segundo plano. Se había enamorado del deporte en su natal Tokio, donde el béisbol profesional japonés es un pasatiempo popular. Ese amor se profundizó cuando su familia se mudó a Seattle en 2001, el mismo año en que otro japonés, Ichiro Suzuki, ganó el premio al Novato del Año y el JMV de la Liga Americana mientras impulsaba a los Marineros a empatar el récord de victorias en una temporada regular.

¿Pero Utah? Ikegami no sabía nada sobre el béisbol en Utah.

Hasta que un amigo le habló de un equipo independiente que, en un verano mágico, se convirtió en el centro de atención del deporte y capturó la atención nacional al lograr la mayor racha de victorias consecutivas en la historia del béisbol profesional.

Como aspirante a cineasta, Ikegami sabía que esta era una historia que tenía que contar.

“El béisbol”, dice, “es el deporte de los soñadores. Y los Trappers eran la personificación perfecta del béisbol”.

Si estabas al tanto de las historias deportivas en 1987, tal vez escuchaste sobre los Trappers, un grupo de jugadores rechazados y no seleccionados en el Draft amateur, que formaban parte del único equipo en la Liga de Béisbol Pionera de nivel novato, con ocho equipos, sin afiliación con una franquicia de Grandes Ligas. Compitiendo contra equipos con prospectos legítimos, los Trappers lograron una racha de 29 victorias consecutivas, la más larga en la historia del béisbol profesional en Estados Unidos, y luego arrasaron con el título de la liga.

Esa es la historia que The Plains -- una productora de cine y comerciales liderada por el director Ikegami, el productor Hunter Phillips, el director de fotografía Jared Jakins y el productor ejecutivo Tyler Meason -- se propuso contar en su primer largometraje documental “The Streak” (“La Racha”), que se estrenó el otoño pasado en el Festival de Cine de Nashville y ganó el Premio del Público al mejor documental.

“Este es el primer largometraje documental que he dirigido”, confesó. “Tengo una oportunidad, y esta podría ser mi última oportunidad. Una vez que hago la película, depende del mundo decirme qué es lo próximo que puedo hacer”.

Eso es algo que los miembros de los Salt Lake City Trappers vivieron en 1987.

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Frank Colston lo llama “el regalo de la desesperación”.

Es una frase peculiar, ¿verdad? Si buscas “desesperación” en un diccionario de sinónimos, aparecen palabras como “desesperanza”, “angustia” y “miseria”.

Vaya regalo.

Pero Colston, receptor y capitán de los Trappers de 1987, habla desde la experiencia cuando dice que la desesperación puede canalizarse en algo positivo y que cambie la vida.

“Es muy difícil pensar en la desesperación como un regalo”, manifestó. “Eso simplemente no es normal. Pero tampoco éramos muy normales”.

La historia de Colston es típica de un miembro de ese equipo de los Trappers. Nació en East St. Louis, Illinois, donde se enamoró de los Cardenales y jugaba béisbol día y noche. Jugó en la universidad, primero en Southwestern Illinois College y luego en Louisiana Tech. Un scout de los Yankees mostró algo de interés en él, pero el Draft amateur de 1986 pasó sin que su nombre fuera llamado.

La desesperación se apoderó de aquel joven cuyo único sueño, único objetivo y única esperanza era jugar béisbol profesionalmente.

Y entonces recibió la llamada de Van Schley.

Schley era un artista que se embarcó, o mejor dicho, tropezó, con el mundo del béisbol profesional al comprar a los Texas City Stars, una franquicia fundadora de la independiente Lone Star League en 1977.

“Me metí en el béisbol por accidente”, dijo Schley. “Leí un artículo en Sports Illustrated sobre esta liga improvisada que se estaba formando, y me pareció interesante. Me fascinó, fui a una reunión de la liga en San Antonio, y terminé levantando la mano para quedarme con el equipo de Texas City”.

Schley continuó trabajando como ejecutivo para varios equipos en los años siguientes. A pesar de no tener experiencia formal en evaluación de talento, se ganó una reputación como un perspicaz reclutador, comenzando con la formación del equipo campeón de la Northwest League en 1978, los Grays Harbor Loggers. También se involucró con una productora de documentales para televisión llamada TVTV, que incluía al actor y comediante Bill Murray, quien incluso se vistió brevemente con el uniforme de los Loggers en 1978.

A mediados de los años 80, Schley y Murray formaban parte del grupo de socios gerentes de los Salt Lake City Trappers, un equipo independiente de la Pioneer League de nivel novato y temporada corta. Schley recorrió el país buscando jugadores universitarios no seleccionados en el draft e incluso encontró a un par de lanzadores descartados en el béisbol profesional de Japón.

Schley firmó a esos jugadores usando su tarjeta American Express personal.

“Cada año conocías a más personas y encontrabas entrenadores por todo el país en los que podías confiar”, dice Schley. “Conocías a las personas adecuadas para conseguir a los jugadores correctos”.

Así fue como jugadores como Colston recibieron su llamada, su salvavidas. Su oportunidad de aprovechar al máximo ese “regalo de la desesperación”.

“Hubiera sido mucho más fácil creer lo que los scouts pensaban”, expresó Colston. “Pero nosotros no les creímos”.

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Production still from "The Streak."

Cuando los Trappers de 1987 se reunieron en su estadio, Derks Field, para continuar con su sueño de llegar a las Grandes Ligas mientras ganaban apenas US$500 al mes, había una tradición ganadora que mantener. A pesar de la falta de afiliación y de la rápida formación de este grupo de “huérfanos” del béisbol, los Trappers habían ganado el campeonato de la Pioneer League en sus dos primeras temporadas, en 1985 y 1986.

Aun así, nadie podía imaginar lo que ese equipo de 1987 lograría.

Después de dividir una serie de seis juegos en la carretera al comienzo de la temporada, los Trappers jugaron su primer partido en casa el 25 de junio, remontando un déficit de 6-0 para derrotar a Pocatello 12-6.

Ese fue el inicio de una racha de victorias que duraría más de un mes.

A medida que el equipo se acercaba al entonces récord profesional de 27 triunfos consecutivos —establecido en 1902 por los Corsicana Oilers de la Texas League Clase D y empatado en 1921 por los Orioles de Baltimore de la International League Doble-A— se convirtió en una sensación nacional. Reporteros de Sports Illustrated, The New York Times, USA Today, CNN y ESPN, entre otros, acudieron al Derks Field para contar la historia de los rechazados del béisbol que estaban haciendo historia.

“Existe una motivación inherente entre los Trappers, quienes siempre buscan demostrar que pertenecen, que se cometieron errores en el Draft, que merecen un contrato con una organización de Grandes Ligas”, escribió Ross Newhan en el Los Angeles Times. “Compartir una línea con Corsicana y Baltimore en el libro de récords es memorable, pero lo más importante es que la racha ha atraído a scouts, medios y notoriedad nacional. Ha demostrado que pueden jugar”.

Murray era un espectador habitual en las gradas, e incluso llevó al rockero Huey Lewis a cantar el himno nacional antes de un juego. Y en Salt Lake, los Trappers eran como estrellas de rock, los favoritos del bar local Duffy’s Tavern.

“La cosa es que estábamos aplastando a nuestros rivales”, destacó el antesalista Jon Leake. “Así que nunca hubo presión”.

Entonces, ¿cómo logró este equipo de rechazados superar a equipos repletos de prospectos con bonos millonarios?

“Todos teníamos un enemigo en común”, aseveró Jon Leake. “[Los otros equipos] tenían algo que queríamos, así que no había nada más dulce que vencerlos”.

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Para darte una idea del dominio de los Trappers, considera esto: ayudados por la altitud de Salt Lake City, el equipo tuvo un promedio de bateo colectivo de .320 y contó con tres de los mejores bateadores de la liga en promedio. El primera base y bateador designado Matt Huff lideró con un impresionante .417, seguido por Frank Colston con .397 y el jardinero Adam Casillas, quien fue cuarto en el circuito con .385.

Este grupo, compuesto predominantemente por jugadores con experiencia universitaria, también se benefició de su relativa madurez. La edad promedio de bateo de los Trappers era de 21.8 años y la de los lanzadores 21.4, las más altas de la Liga Pionera esa temporada. En muchos juegos, enfrentaban plantillas llenas de adolescentes que, aunque con mayor potencial, eran comparativamente más inexpertos en habilidades de béisbol.

Los Trappers igualaron el récord el 24 de julio y lo rompieron la noche siguiente con una victoria en casa por 13-3 contra Pocatello, frente a 9,968 aficionados.

Lograron una victoria más, alcanzando las 29 consecutivas, antes de que una jugada fortuita – un aparente atrapada a ras de césped en el jardín central que los umpires determinaron que había tocado el pasto, permitiendo que el oponente anotara tres carreras decisivas – pusiera fin abrupto a la racha.

“Creo que jugamos para .500 el resto del año”, dijo Leake riendo. “Fue como una resaca de la racha. Mi único arrepentimiento sobre la racha es que nunca realmente miré hacia las gradas para disfrutar el momento porque estaba tratando de concentrarme en el béisbol”.

Después, hubo tiempo de sobra para reflexionar sobre lo logrado, especialmente tras ganar el campeonato de la liga. Desde entonces, se han escrito muchos artículos nostálgicos. Y en 2012, los Salt Lake Bees de Triple-A, que reemplazaron hace mucho a los Trappers como el equipo de ligas menores de la ciudad, organizaron una reunión por el 25to aniversario del equipo de 1987, que incluyó a varios jugadores y a Bill Murray.

Los Trappers, sin duda, aprovecharon al máximo ese “regalo de la desesperación.”

Pero como explora el documental de Ikegami, esa es sólo la mitad de la historia.

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Si la historia de los Trappers de 1987 fuera una película deportiva tradicional, terminaría con la celebración del campeonato.

Y no es especulación. Literalmente, así concluye el guion de “Trappers Streak From Behind the Plate”, escrito por Colston. Después de su carrera como jugador, Colston incursionó en la actuación y tomó una clase de escritura de guiones. Décadas después, aún está afinando la historia, pero el final se mantiene intacto.

“¡Chicos, bien hecho!”, dice el personaje de Schley a los jugadores en el clubhouse empapado de champaña. “Qué gran trabajo, qué gran temporada. ¡Un brindis por ustedes!”.

El equipo estalla en celebración.

Aparecen los créditos.

Mientras que la película de Colston sigue sin realizarse, el documental de Ikegami retoma donde aquella hipotéticamente terminaría. “The Streak” tiene una duración de 87 minutos, pero la racha de victorias en sí concluye en el minuto 45.

Es en la segunda mitad del documental donde la historia se vuelve más conmovedora. Y triste. Y redentora. Y real. Y todos los otros adjetivos que describen nuestras vidas complejas.

La historia de los Trappers, al final, plantea una pregunta que muchos enfrentamos en algún momento de nuestras vidas: ¿qué haces cuando tus sueños no se cumplen?

Sí, la temporada de los Trappers terminó con champaña y en los libros de historia. Pero todo esto sucedió en el nivel de novatos, que bien podría haber estado a un millón de millas de las Grandes Ligas. Y aunque 13 de los Trappers de 1987 lograron jugar en el béisbol afiliado, ninguno alcanzó el nivel más alto del deporte.

Así que la historia tiene una dicotomía dramática: una temporada de ensueño en medio de un sueño mayor que no se concretó.

“¿Cómo evitas que el peso de los fracasos pasados te robe tu juventud?”, pregunta Ikegami. “¿Cómo te recuperas de eso?”

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Production still from "The Streak"

Al reunirse con varios de los hombres que formaron parte de los Trappers de 1987, Ikegami se sintió atraído por esa pregunta y por las vidas e historias de cuatro personas en particular: Colston, quien dirige Frank’s Sundown & Corner Kitchen en Beckemeyer, Illinois; Leake, quien se convirtió en maestro de educación física y ahora cría a sus cuatro hijos pequeños en Long Island; el jardinero Ed Citronnelli, quien ahora lidera un ministerio en Arlington, Texas; y el lanzador Koichi Ikeue, a quien rastrean en su natal Japón.

En la película vemos cómo, tanto para Ikeue como para Leake, relaciones difíciles con sus padres, marcadas por un amor duro, los llevaron a insatisfacciones con carreras que, aunque exitosas en cierto sentido, no se desarrollaron como habían planeado.

“Para [Ikeue], decir: ‘Mi papá estaba decepcionado de mí y siempre dándome consejos’, y luego hablar con Jon Leake en Nueva York y escucharlo decir cosas muy similares, hay un elemento universal que cruza océanos y barreras culturales y nos une,” comenta Ikegami.

Otro elemento en común, desafortunadamente, fue el alcohol. Los Trappers eran grandes fiesteros, y algunos de ellos dejaron que la fiesta se prolongara demasiado.

Uno de los jugadores más carismáticos del equipo fue su guapo y talentoso campocorto Jim Ferguson, quien luchó contra el alcoholismo durante muchos años antes de fallecer en 2018, a los 53 años.

Colston también superó su propia adicción al alcohol, lo cual no es poca cosa considerando que trabaja en un bar. Con orgullo, lleva 15 años sobrio.

“El alcoholismo es tan horrible”, aseguró. “Perdí a tantos amigos en las calles. Las calles son invencibles, amigo”.

Cuando Colston dejó de beber, perdió temporalmente el interés en contar la historia de los Trappers. Tal vez porque esas noches en el bar Duffy’s Tavern estaban profundamente ligadas a las victorias, Colston ya no sentía la misma conexión con los éxitos de Salt Lake una vez que dejó el alcohol.

Pero entonces Ikegami y su equipo comenzaron a llamarlo, una y otra vez, hasta que Colston, tras evitar a los cineastas por un tiempo, finalmente respondió.

“Fue la última persona en darnos el visto bueno,” contó Ikegami. “Era el capitán del equipo y muy protector con la historia. Y con razón. Siento que estuvo esquivándome durante meses. Cuando finalmente hablé con él por teléfono, conversamos por unas cuatro horas. Era muy reflexivo y filosófico sobre toda su experiencia en el béisbol, desde su infancia hasta su retiro”.

Nadie es más filosófico al respecto que Citronnelli, quien utiliza su experiencia en el béisbol como marco para algunos de sus apasionados sermones.

“Damas y caballeros, algunos de ustedes tal vez no lo sepan”, dice en una congregación en Yonkers, Nueva York, en el documental. “Su pastor nunca llegó a las Grandes Ligas, pero estoy en el Salón de la Fama del Béisbol”.

No en la galería de placas, claro. Pero sí, el Salón tiene objetos de la racha de los Trappers en sus archivos, incluidos una pelota firmada por todos los jugadores, un bate usado por Colston, una gorra que llevó el lanzador ganador John Groennert en la 28va victoria que rompió el récord y un jersey usado por el piloto Jim Gilligan.

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Production still from "The Streak"

En una de las escenas más conmovedoras del documental, Leake y su familia hacen el viaje desde Long Island a Cooperstown para ver estos artículos.

“¡Inmortalidad!”, exclama Leake al entrar al Salón.

De forma increíble, los Trappers lograron eso.

Tras el estreno de “The Streak”, la esposa de Leake, Gina, organizó una proyección en un cine local. Asistieron unos 60 amigos y familiares, y después fueron a la casa de un primo de Gina, dueño de una exitosa empresa constructora.

Ahí estaban, en la hermosa casa de este empresario próspero, quien no podía superar lo que acababa de ver en la pantalla.

“¿Veintinueve seguidos?”, repetía asombrado, refiriéndose a lo que Leake y sus amigos habían logrado. “¡No tenía ni [expletivo] idea!”

Así que, a pesar de no alcanzar la cima de su profesión, los Trappers lograron el éxito a su manera. Y ahora tienen este documental que documenta ese logro, esperando llegar a una audiencia más amplia.

Ikegami y su equipo están trabajando para que “The Streak” se proyecte en más festivales y lograr el boca a boca necesario para que una distribuidora importante adquiera el filme. Sabían que dedicar la mitad de la película a las complicaciones tras la racha, en lugar de centrarse completamente en la divertida historia deportiva que esta representa, haría que la película fuera menos comercial y podría afectar su distribución.

Pero también querían hacer justicia a los introspectivos atletas que conocieron y con quienes entablaron amistad. Los Trappers eran un equipo con corazón, y los cineastas crearon una película con corazón.

“En última instancia, la razón por la que me dediqué al cine es por cómo me hace sentir”, manifestó Ikegami, “y por cómo nos ayuda a explorar la condición humana”.

Los Salt Lake City Trappers de 1987 no son sólo un equipo de béisbol que rompió récords, sino también una ventana a esa condición. Hace mucho tiempo, hicieron historia juntos. Años después, siguen en contacto a través de un chat grupal casi a diario. Se celebran, honran y respetan mutuamente. No lograron el sueño que habían imaginado. Pero saben que consiguieron algo mejor.

credits: Anthony Castrovince is a senior writer for MLB.com. Read his columns and follow him on X at @Castrovince.