Carlos Delgado, ícono más allá del béisbol

26 de mayo de 2020

Mientras esperamos por la reanudación del béisbol, vale la pena recordar a jugadores especiales en la historia de dicho deporte y por qué fueron tan importantes.

Anteriormente:

Jugador: Carlos Delgado

Carrera: TOR 1993-2004, FLO 2005, NYM 2006-09

Logros: Juego de Estrellas en el 2000 y el 2003, Bate de Plata en 1999, el 2000 y el 2003

Carlos Delgado nació en Aguadilla, Puerto Rico, un sitio al que alguna vez llegó Cristóbal Colón, aproximadamente a dos horas al oeste de San Juan. Sus padres eran de buena posición en Aguadilla. Su madre trabajaba en un laboratorio médico y su padre era terapeuta de personas con problemas de drogas y alcohol. Delgado, como tantos puertorriqueños, creció idolatrando a su compatriota Roberto Clemente, quien murió el año en el que nació Delgado. Mucho después, Delgado diría lo siguiente sobre Clemente: “La gente pensaba que era buen pelotero, pero las cosas que hizo fuera del terreno van mucho más allá de los 3,000 hits y del Salón de la Fama”.

Lo que más querían sus padres era que Delgado se graduara de la universidad, pero no podían negar lo que era obvio para todo el mundo: Su hijo, que ya pesaba 100 libras a los seis años, había sido bendecido con unas habilidades atléticas impresionantes. A los 16 años, Delgado fue evaluado de cerca por varios equipos de Grandes Ligas, pero los Azulejos convencieron a la familia con la promesa de que pagarían los estudios universitarios de Delgado, llegara o no a las Mayores.

Delgado comenzó su carrera como receptor, de hecho, pero a diferencia de tantos otros toleteros que terminaron en otra posición (Bryce Harper, por ejemplo), él llegó a ser cátcher a nivel de Grandes Ligas. Bueno, lo hizo en un par de ocasiones: Fue receptor en un juego, tres innings, para los Azulejos de 1993 – así se ganó su anillo de Serie Mundial, aunque sólo tuvo dos visitas al plato aquel año – y otro encuentro más en 1994. En cualquier caso, la insistencia de que Delgado fuese cátcher terminó costándole tiempo de servicio en la Gran Carpa, pues los Azulejos tenían a Pat Borders, así que Delgado tenía que quedarse en las menores. Tuvo problemas al bate en 1994, principalmente porque no era productivo ante lanzadores zurdos, un obstáculo que eventualmente superaría. Pero las lesiones empezaron a pasarle factura, y cuando fue bajado a Triple-A Syracuse en junio de 1995 tras más problemas en la caja de bateo, los Azulejos finalmente decidieron que Delgado no estaba mejorando lo suficiente como receptor y lo pusieron en el jardín izquierdo, donde le fue todavía peor.

Pero el bate era tan impresionante que la primera base le cayó de maravilla. En 1996, ya como inicialista y bateador designado, empezó a parecerse al Delgado que todos conocemos. En 1998, ya estaba establecido como uno de los mejores bateadores de Grandes Ligas, dando 38 cuadrangulares aquel año, y luego 44 en 1999 y 41 en el 2000. (Delgado terminó disparando 30 o más en 10 temporadas seguidas). También tenía una vista privilegiada, consiguiendo porcentaje de embasarse de .470 en el 2000, el mejor año de su carrera, una campaña en la que jugó los 162 encuentros, superando así por fin las lesiones. Delgado arribó a MLB justo cuando los Azulejos empezaron a descender tras sus dos títulos seguidos de la Serie Mundial, y nunca llegó a la postemporada con el equipo. En el 2003, se unió a Rocky Colativo como uno de apenas dos jugadores en irse de 4-4 con cuatro cuadrangulares en un mismo juego.

Además de su talento, Delgado también empezó a ganarse una fama de persona interesada en algo más que el béisbol. Había hablado sobre el daño que había causado una base de la Marina de Guerra de EE.UU. en su natal Puerto Rico, y aunque reconoció que no siempre se sentía cómodo hablando de ese tipo de temas, dijo lo siguiente: “Algunas veces, hay que romper el molde. Hay que empujar un poco o simplemente no vas a lograr nada”. Delgado no era alguien de hablar por hablar, y tampoco era brusco de palabra. Expresaba la mayoría de sus comentarios en voz baja y sólo se notaban si realmente estabas prestando atención. No había salido del dugout cuando sonaba el “God Bless America” durante años, antes de que un reportero se diera cuenta. Cuando le preguntaron, Delgado reconoció que era porque estaba en contra de la guerra de Irak. La historia le cobraría ésa luego a Delgado.

En el 2005, Delgado, tras un 2004 lleno de lesiones en Toronto, llegó a la agencia libre y firmó por cuatro años y US$53 millones con los Marlins de la Florida. Debió ser un destino perfecto: Una ciudad “latina”, un equipo en ascenso, un sitio en el lineup detrás de Juan Pierre y el venezolano Miguel Cabrera. Pero a pesar de una sensacional temporada de Delgado, a los Marlins les fue mal en el 2005 e inmediatamente cambiaron de curso, cambiándolo a los Mets de Nueva York. Delgado se convirtió en pieza central de unos Mets que ganaron el Este de la Liga Nacional en el 2006 y que se quedaron a un triunfo de llegar a la Serie Mundial. Delgado pegó 38 jonrones y recibió votos para JMV, y los Mets parecían listos para convertirse en una dinastía en su división. Delgado también ganó el Premio Roberto Clemente ese año, quizás el honor que mejor le encajaba.

Como ustedes recuerdan, las cosas no salieron tan bien para el equipo de Queens en los años siguientes: los Mets continuaron teniendo terroríficos cierres en cada campaña, quedándose cortos de la forma más cruel posible. Delgado puso de su parte, conectando 38 cuadrangulares en su última temporada completa en el 2008, pero esos equipos de los Mets habrían hundido a cualquiera. Para el 2009, ya el cuerpo de Delgado estaba empezando a resquebrajarse. Una lesión en la espalda le puso fin a su campaña del 2009 tras apenas 26 partidos y eventualmente los Mets lo mandaron a parar, quedándose a apenas 27 bambinazos de los 500. Se rehabilitó, esperanzado de llegar al hito la siguiente temporada, pero se volvió a lesionar jugando béisbol invernal en Puerto Rico, y una vez más con Pawtucket, la sucursal Triple-A de los Medias Rojas en el 2010. Hacía apenas un par de años, había sido pieza central de unos Mets competidores. Ahora, su carrera se había acabado.

Uno se pregunta si quizás a Delgado le hubiera ido mejor en su primer año en la votación al Salón de la Fama – recibió apenas el 3.7% de los votos, quedándose fuera de la boleta, lo que llevó al periodista Jayson Stark a decir que era uno de los mejores bateadores en la historia en recibir una sola oportunidad en la boleta – si hubiese llegado a los 500 cuadrangulares. En vez de eso, se quedó como un gran jugador que nunca terminó de convertirse en una figura trascendental. Hay muchos casos así.

Pero estar fuera del béisbol no ha callado a Delgado. Fue más que una voz pública a favor de Puerto Rico tras el Huracán María. Fue un participante activo en las labores de recuperación, trabajando junto a compatriotas como Yadier Molina, Carlos Beltrán y otros luego de la devastación que dejó el huracán. Su organización caritativa Extra Bases es una de las más importantes en todo el béisbol y Puerto Rico.

Y Delgado sigue levantando la voz cuando ve una injusticia.

“Pienso que es importante que los atletas que tienen esta plataforma, desde la que pueden llegar a millones de personas, la usen”, dijo Delgado. “Si tus principios te dicen que quieres hacer algo o debes hacerlo, debes actuar, bien sea solo o junto a otros… Yo digo Dios bendiga a América. Dios bendiga a Miami, Dios bendiga a Puerto Rico y a todos los países hasta que haya paz en el mundo”.

Es importante acotar que Delgado honró a sus padres y a sus enseñanzas una última vez. Después de retirarse, se inscribió en la Universidad del Sagrado Corazón en Puerto Rico a la edad de 45 años.