A-Rod llegó al estrellato en grande en 1996
SEATTLE -- Alex Rodríguez será recordado no sólo como uno de los más grandes jugadores de su generación, sino de todos los tiempos.
A-Rod está en la boleta del Salón de la Fama por primera vez este año y su candidatura es fascinante, dado el impacto que causó en el juego y la controversia creada luego de que reconociera – ya en los últimos años de su carrera-- haber utilizado sustancias prohibidas.
En cualquier caso, sus logros saltan a la vista: Un total de 696 jonrones y 2,086 empujadas (cuarto en ambos casos en la historia de la L.A./L.N.) y un WAR de 117.5, de acuerdo con Baseball-Reference (12do mejor). A-Rod también ayudó a cambiar la percepción de los torpederos, que ya no serían vistos como bateadores de sencillos con guantes estelares, sino como poderosos productores de carreras.
Muchos recuerdan lo mejor de sus 22 años en las Mayores – los premios a JMV en el 2003, 2005 y 2007 y el título de Serie Mundial del 2009 – pero A-Rod iba bien encaminado hacia el Salón de la Fama durante sus años en Seattle, entre 1994 y el 2000, cuando comenzó su carrera con grandes expectativas y las fue superando una tras otra.
Con los 13 jugadores que están en la boleta este año, MLB.com está dándole un vistazo a la más icónica, memorable o interesante campaña de cada uno de ellos. Dado que Rodríguez tuvo muchas para elegir, cae en esta última categoría, específicamente por su campaña de 1996 con los Marineros.
Ese año, Rodríguez bateó .358/.414/.631 (OPS de 1.045) con 36 cuadrangulares, 123 impulsadas y un bWAR de 9.4. Terminó segundo detrás del puertorriqueño Juan “Igor” González de los Rangers en la votación para JMV de la Americana, una elección bien cuestionable cuando se analiza lo ocurrido en retrospectiva.
Cuando se considera lo joven que era – cumplió 21 años el 27 de julio de ese año – la campaña de A-Rod en 1996 luce todavía más impresionante. Rodríguez se convirtió en el tercer jugador más joven en ganar el título de bateo de la Americana, sólo por detrás de Al Kaline en 1955 y Ty Cobb en 1907. El promedio de .358 con el que lo logó fue el más alto para un bateador derecho desde otro ícono del juego, Joe DiMaggio, quien ligó para .381 en 1939. Rodríguez también se ganó el primero de sus 14 llamados al Juego de Estrellas y se convirtió en el torpedero más joven en la historia del Clásico de Media Temporada.
“Es el mejor. No llego a su nivel”, le dijo Ken Griffey Jr. a Sports Illustrated por aquellos días. “Trabaja duro y es un muchacho inteligente. Pienso que está en la situación adecuada. Lo único que tiene que hacer es escuchar y aprender el juego. Todo el mundo sabe que será un jugador bien especial”.
Entre otros números notables, Rodríguez lideró el Joven Circuito en anotadas (141), total de bases alcanzadas (379), dobles (54) y grand slams (tres), a la vez que estuvo entre los líderes de MLB en hits (tercero, 215), extrabases (tercero, 91), juegos de dos hits o más (cuarto, 65), slugging (quinto, .631), porcentaje de embasarse (12do, .414) y empujadas (13ro, 123). Además, en su momento, tuvo sus mejores marcas en anotadas, hits, dobles, extrabases y slugging para un jugador que defendió exclusivamente el campo corto.
También implantó registros para los Marineros en promedio de bateo, carreras, hits, dobles y total de bases alcanzadas, aunque algunas de esas marcas fueron rotas luego -- principalmente por Ichiro Suzuki -- quien llegó a Seattle en el 2001, justo después de la salida de Rodríguez.
“Es el tipo de muchacho alrededor del cual puedes construir la organización”, le dijo su compañero de equipo Jay Buhner a Sports Illustrated. “No hay muchos así. Es como Griffey. Hace todo y lo hace naturalmente”.
El show de 1996 empezó el Día Inaugural, cuando Rodríguez conectó un sencillo de oro por el canal entre el jardín central y el derecho del Kingdome para anunciar enfáticamente su llegada. Ese día fue colocado como noveno bate, pero no duraría mucho tiempo en la parte baja de la alineación. Después del primer mes de la campaña, el manager Lou Piniella colocó a A-Rod en el segundo turno, delante de Griffey, el puertorriqueño Edgar Martínez y Buhner, formando parte de uno de los cuartetos más temibles de la liga.
Claro que lo hecho por A-Rod en 1996 no fue una sorpresa, pero sí lo hizo tras tres años duros en el béisbol profesional luego de ser elegido con la primera selección general del Draft de 1993. Era probablemente el prospecto más publicitado en el juego desde su compañero Griffey Jr. seis años antes, pero su primera estadía en la Gran Carpa no fue precisamente estelar. En 65 partidos entre 1994 y 1995, tuvo OPS de .609 y una tasa de ponches de 29.8%, bajando y subiendo de las menores. Ese invierno, pasó lo que él mismo describiría como “la experiencia más dura de mi vida” jugando pelota invernal en la República Dominicana, donde bateó .179 con los Leones del Escogido.
Una parte importante del crecimiento de Rodríguez, ante los ojos de Piniella, fue la madurez que demostró durante la postemporada de 1995. Rodríguez estaba en el círculo de espera cuando Martínez conectó el doble que sentenció la Serie Divisional ante los Yankees y fue él quien le hizo señas a Griffey para que se deslizara en el plato. Pero el rol de A-Rod durante aquel octubre fue básicamente de jugador de la banca, entrando como corredor emergente o para sustituir a algún lesionado.
“Aunque todos sabíamos que sería nuestro torpedero del futuro, ponerlo en el lineup abridor no hubiese sido justo para los otros muchachos en el terreno, o para Alex”, le dijo Piniella a Sports Illustrated. “Nuestros veteranos estaban haciendo un trabajo grandioso y estábamos ganando… la verdad es que Alex estaba listo. Sólo necesitaba más turnos. Pero siempre tuvo una gran actitud”.
El momento de A-Rod llegaría en 1996. Y fue para la historia.