Cómo Arráez pasó a ser una estrella, tras casi dejar el béisbol
Demasiado lento. Demasiado flaco. Sin poder.
El venezolano Luis Arráez, el estelar segunda base de los Marlins, lo ha oído todo desde que era un niño en el barrio Las Flores de Tacarte de San Felipe, en el centro-oeste de Venezuela. Casi 20 años después, el eterno subestimado ha demostrado que los escépticos estaban equivocados, al convertirse en uno de los mejores bateadores del béisbol. Arráez está a punto de convertirse en el primer jugador en la historia de las Liga Americana y Nacional que gana el título de bateo en un circuito en una campaña y en el otro al año siguiente.
Todo empezó cuando Arráez, derecho por naturaleza, empezó a tomar su bate de plástico con la mano izquierda para golpear una pelota colgada del árbol de mango de la familia. Su padre, Ernesto, le enseñó a batear hacia el jardín izquierdo, donde insistía en que se podían encontrarse los hits. Esa mentalidad convirtió a Luis en “La Regadera”, conectando batazos hacia todo el terreno.
“Le dije: ‘Está bien, si vas a batear a la zurda, dedícate a eso’”, contó Ernesto. “Le enseñé a atrapar la bola, a fildear antes de que formara parte de una liga, porque cuando íbamos a inscribirlo, el torneo ya había comenzado, así que necesitábamos encontrar tiempo. Yo terminaba de trabajar a las 6 [p.m.], manejando como chofer de autobús, y luego le dedicaba de dos a cuatro horas la práctica después del trabajo”.
Arráez fue el mejor bateador desde que empezó a jugar béisbol organizado a los 8 años. Pronto, empezó a entrenar en la Academia Félix Olivo de Valencia, donde representó a Venezuela en torneos internacionales. A los 15 años, Arráez lanzó siete entradas para vencer a Brasil en una competición celebrada en México. Pero mientras ya para entonces muchos de los jugadores habían acordado elevados bonos para firmar con clubes de MLB, Arráez seguía sin firmar.
Poco sabía Arráez que José León, entonces coordinador de scouts de los Mellizos en Venezuela, estaba impresionado por lo que había visto de él. León no tardó en invitar a Arráez a la Academia de los Mellizos, por aquel entonces situada en Bejuma (Venezuela), probablemente su última oportunidad de hacer carrera en el béisbol profesional. Dos meses después, León le informó a Arráez de que no había dinero para firmarlo, por lo que el adolescente se resignó a una vida sin béisbol.
“Fui a casa y dije, ‘Mamá, lo siento, pero no quiero jugar más béisbol. Ahora quiero ir a la escuela y concentrarme como estudiante’”, recordó Arráez.
Por suerte para Arráez, León luchó por él, un tema común entre sus mayores apoyos y mentores. Más adelante, León se reunió con la familia Arráez para comer sopa y arroz con coco, y ofreció un contrato de US$40,000. Arráez firmó el 6 de noviembre del 2013.
“Había caído en una depresión después de aquello; no quería hacer nada en absoluto”, dijo su madre María. “Le dije que iba a firmar, que confiara en Dios que iba a firmar, que confiara en sí mismo. Pero no había nada que lo animara. Su hermano mayor le llevó una vez al terreno para hablar. No sé exactamente qué hablaron, pero cuando volvió, estaba un poco más contento. Luis dijo que no le importaba mucho el dinero, sino que sólo quería demostrar su talento, que es lo más importante”.
Y eso fue lo que hizo Arráez. Su debut profesional en el 2014 fue exactamente lo que cabría esperar, en retrospectiva. Bateó .348 sin jonrones y negoció más bases por bolas que ponches en 31 juegos de la Liga Dominicana de Verano. Cuando llegó el momento de que Arráez se mudara a los Estados Unidos, el gerente de la DSL, Jimmy Álvarez, se comunicó con el también venezolano Ramón Borrego, entonces coach de la tercera base de los Mellizos de la Liga de la Costa del Golfo, y le dijo que no le perdiera de vista a Arráez.
Borrego no tardó en creer en el potencial de Arráez. En su primer turno, Arráez cayó rápidamente abajo con dos strikes en la cuenta, sólo para conectar 12 pitcheos de foul y luego enviar un fuerte batazo por la línea del jardín izquierdo. Fue la esencia de Arráez.
El bateo era claramente el punto fuerte de Arráez, por lo que Borrego implementó una rutina para mejorar su defensiva. Arráez pasó del campo corto a la segunda base, lo que le daba un tiro más corto y más tiempo para transferir la pelota.
“Si yo fuera mánager, me encantaría tener a nueve Luis Arráez jugando”, contó Borrego. “Voy a ganar muchas Series Mundiales. Es porque juega con pasión y se preocupa por cada pequeño detalle. Quiere ganar y pone todo su empeño en eso”.
A pesar de su producción, Arráez encontró más detractores. No estuvo entre los prospectos invitados a la liga instruccional de otoño en el 2015. Una vez más, necesitaba que alguien abogara por él. Esta vez, fue Borrego, a quien se le había dado la responsabilidad de repartir las invitaciones. Borrego convenció a la gerencia de incluir a Arráez. La primavera siguiente, Borrego se enteró de que Arráez iba a ser enviado de vuelta a categoría de novatos y abogó por un ascenso.
Arráez terminaría ganando el título de bateo de la Liga del Medio Oeste en el 2016 con promedio de .347 por Clase A Cedar Rapids, convirtiéndose en el prospecto número 28 de Minnesota en la lista de MLB Pipeline.
Desafortunadamente, Arráez disputaría apenas tres partidos con Clase-A Alta Fort Myers en el 2017, luego de someterse a una cirugía para repararle un ligamento en la rodilla derecha. Cuando regresó en el 2018, tuvo promedio combinado de .310 entre Fort Myers y Doble-A Chattanooga. Pero los Mellizos lo enviaron de nuevo a Doble-A en el 2019, algo que él no quería.
“Tu trayectoria en esta profesión ha sido tan difícil desde el primer día que firmaste, así que ten paciencia”, Borrego le dijo. “Eso es lo mejor que puedes hacer. Ten paciencia, espera tu oportunidad. No te pongas presión y juega como lo estás haciendo”.
Arráez vio acción en 28 juegos con Doble-A Pensacola antes de integrarse al equipo de Triple-A Rochester, donde duró apenas 16 partidos. Cuando el dominicano Nelson Cruz cayó en la lista de lesionados, Arráez fue convocado a Grandes Ligas por primera vez como movimiento correspondiente y debutó el 18 de mayo del 2019.
Del 2019-21, Arráez bateó .313 en 245 partidos, pero perdió tiempo en dos ocasiones por dolencias de rodilla. No estaba satisfecho, por lo que le preguntó a Cruz si podía entrenar en su casa en la República Dominicana durante el receso de temporada del 2021-22.
Cruz, quien ganó cuatro Bates de Plata y fue convocado a siete Juegos de Estrellas durante una carrera de 19 años, puso énfasis en cuidar el cuerpo, comer más saludable y ser más fuerte. Los entrenamientos empezaban a las 8 a.m. en la caja de bateo, antes trasladarse al terreno para fildear rodados y correr. Regresaban al gimnasio para entrenar de 1:30 a 2 pm. Después de una siesta, era hora de más bateo en la noche. Seguían esa rutina a diario, incluyendo los domingos. Durante el primer entrenamiento, Arráez vomitó porque no estaba acostumbrado a la intensidad.
Fue por ese tiempo que Cruz le presentó a Arráez a su instructor de bateo personal, Frank Valdez, quien ha tenido instalaciones en Miami durante 21 años. Hasta el día de hoy, Valdez y Arráez dedican de 15 a 20 minutos a una rutina de bateo diaria – sin importar si están en la ruta o en casa -- que incluye un trabajo con un tee usando un bate pequeño y un bate normal.
“Dejó atrás a su familia, todo, simplemente para mejorar, y rebajó como 20 libras y desarrolló músculos y su cuerpo comenzó a cambiar”, dijo Cruz. “Y luego, el año pasado, obviamente, su cuerpo estaba completamente distinto al del año anterior. Ahora está desarrollando músculo y fortaleciéndose.
“Estoy bien orgulloso de la manera en que se ha cuidado. Ha madurado con el paso de los años, y aun más este año. Es un líder en el clubhouse y en el terreno. Se nota cómo se comporta dentro y fuera del terreno. Él siempre me preguntaba cómo podía mejorar. Eso no se ve muy a menudo. Le dije, ‘Lo mismo que estoy haciendo por ti, ayudándote no solamente con datos o lo que sea – creo que con la vida en general – tienes que hacerlo por alguien más. Si ves que alguien necesita ayuda, ve y agárralo y tráele la ayuda que necesita. Eso es lo único que pido’”.
El trabajo rindió dividendos rápidamente para Arráez, quien fue convocado al Juego de Estrellas del 2022, fue campeón de bateo de la Liga Americana (.316) y recibió un Bate de Plata del Joven Circuito. Después de una temporada de revelación, nunca pensó que la organización que le dio una oportunidad a sus 16 años y los desarrolló lo cambiaría. Pero eso fue precisamente lo que sucedió en enero de este año, en un canje que incluyó a su compatriota, el diestro Pablo López.
La gerente general de los Marlins, Kim Ng--siempre buscando la manera de mejorar la ofensiva--quería agregar a un bateador puro. A Arráez le queda bien esa descripción. Sus métricas de Statcast en categorías como velocidad de salida no resaltaban, pero su reconocimiento de la zona de strikes y sus decisiones a la hora de hacer swings no tenían rival.
Cruz se enteró de que el cambio era inminente. Lo confirmó cuando vio varias llamadas de los Mellizos.
“Le dije a los Mellizos, ‘Me he enfrentado a Pablo; es un gran, gran lanzador, sin duda, y creo que ustedes necesitan pitcheo. Todo el mundo necesita pitcheo, pero Arráez, es bueno, está listo, su cuerpo está más fuerte”, dijo Cruz. “’Si pueden impedir el cambio ahora, háganlo’”.
Pero la transaccción se concretó, y Arráez ha llevado su juego a otro nivel en el 2023, ya que coqueteaba con promedio de .400 al acercarse el Clásico de Media Temporada y fue convocado a su segundo Juego de Estrellas. Aunque alguna vez su defensa generó dudas, tiene seis carreras defensivas evitadas fungiendo como intermedista titular por primera vez en su carrera.
Y, lo que quizás sea más importante, Miami sigue en la pelea por uno de los Comodines de la Liga Nacional, gracias a los aportes de Arráez.
“Este equipo es una especie de enigma y él encaja en eso”, dijo Ng. “Simplemente no es lo que nuestro juego valora inmensamente hoy en día. Pero definitivamente, ha abierto ojos. Es uno de esos muchachos que, hasta que lo ves todos los días, sea en el terreno o fuera del terreno, cómo se enfoca en sus entrenamientos aquí, verlo en el clubhouse, siempre está de buen ánimo. Es como un muchacho que ama la vida. Ha sido una gran adición para la actitud y la personalidad de nuestro equipo”.
Cada vez que Arráez sale al terreno, existe la posibilidad de que haga historia. En abril, completó el primer ciclo de la franquicia de los Marlins y tuvo tres juegos de cinco imparables en un tramo de dos semanas. Su trayectoria parecía improbable para muchos, pero no para él ni para su familia, que podrán verlo jugar en persona en Miami por primera vez este fin de semana.
“Porque trabajo fuerte y confío en mí”, dijo Arráez. “Cuando me levanto, digo, ‘Oye, tú puedes. Tú puedes’, y sigo adelante. Ésta es una temporada importante para mí. El beisbol es difícil, pero simplemente llego y disfruto el juego”.