¿Y si Seaver se hubiese unido a los Bravos?

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Tom Seaver es “La Franquicia”... pero esa franquicia casi no pertenece a los Mets. Por poco fue un Bravo.

Los Mets no seleccionaron a Seaver en el Draft amateur, el jugador que transformaría al club de un equipo de 40 victorias en 1962 a los ganadores de la Serie Mundial, como parte de los “Milagrosos Mets”, en 1969. Se requirió de una serie de eventos especiales y de mucha fortuna para que el mejor lanzador en la historia de la organización fuera a parar en Nueva York.

Pero, ¿qué pasó? ¿Cómo llegó Seaver a los Mets? ¿Y si hubiese terminado con los Bravos?

Aquí es cómo los Mets se hicieron del futuro miembro del Salón de la Fama, los Bravos perdieron a uno y el curso del béisbol cambió por completo.

El prólogo de los Dodgers

Los Dodgers fueron los primeros en seleccionar a Seaver en el Draft amateur. Ocurrió en 1965, en la décima vuelta. Tenía sentido, con Seaver siendo de California. Pero no quiso firmar. Quería US$50,000; mucho más de lo que querían invertir los Dodgers.

“Cuando pedí US$50,000 creo que se rieron”, escribió Seaver en su libro “Pitching Is My Life” [Lanzar Es Mi Vida], publicado en 1973. “Pensaron que era mucho”.

Como me dijo Gene Schoor en la biografía de 1986 de Seaver, la cifra que tenían los Dodgers en mente era de US$2,000, con el propio Tommy Lasorda, quien era un scout para entonces, siendo el responsable de entregarle la oferta a Seaver. El lanzado la rechazó y volvió a la universidad.

Seaver a los Dodgers genera un interesante “¿Qué hubiese pasado si…?”. La temporada de 1965 fue la penúltima de la carrera de Sandy Koufax; ídolo de Seaver. Koufax ganó el Cy Young ese año y el siguiente, antes de su repentino retiro.

Imaginen a Koufax pasándole la antorcha a Seaver en Los Ángeles. El momento hubiese sido perfecto.

Pero Seaver nunca fue verdaderamente un Dodger, a diferencia de los Bravos. Hasta una firma del Comisionado. Todo pasó en un período de dos meses. Para finales de enero de 1966, los Bravos contaban con Seaver. Para abril, ya era un Met.

Seaver, un Bravo

El 29 de enero de 1966 – siete meses después de que Seaver rechazara la oferta de los Dodgers – los Bravos lo seleccionaron en la primera ronda del Draft secundario en enero. Fue tomado en el 20mo puesto, por lo que recibió el pacto que quería.

Atlanta le ofreció al monticular de 21 años un total de US$50,000 – US$40,000 como bono por firmar, US$4,000 por su beca universitaria y US$7,000 si llegaba a las Mayores. El gerente general de los Bravos, John McHale llamó a Seaver “el mejor prospecto de pitcheo en la Costa Oeste”.

El 24 de febrero, Seaver estampó su firma. Los Bravos enviaron a Johnny Moore, el mismo scout que pactó con Eddie Mathews en 1949, a sellar el trato.

Seaver fue asignado a Triple-A Richmond, el club afiliado de la Liga Internacional. Incluso había un casillero esperándolo en los campamentos de los Bravos en West Palm Beach, Florida, con el número 65 acompañando su nombre.

Pero ahí fue cuando intervino Major League Baseball.

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Seaver, ya no con los Bravos

El 4 de marzo de 1966, el Comisionado Williams Eckert anuló el contrato de Seaver con los Bravos.

La liga tenía una regla vigente para entonces que indicaba que un jugador universitario no podía firmar si su liga intercolegial había comenzado. Cuando Seaver firmó con Atlanta, Southern Cal ya había organizado dos juegos de exhibición.

Eckert decretó que la firma de Seaver había sido una violación de la regla, penalizando a Richmond por US$500 y prohibiéndole a los Bravos y a sus afiliados firmar al derecho durante los próximos tres años.

Así que Seaver regresó a la universidad nuevamente… pero no tenía permitido jugar. La NCAA decretó que Seaver era inelegible para lanzar por los Trojans porque ya había firmado un contrato profesional, a pesar de que fue anulado, no recibió dinero y no lanzó con los Bravos.

El coach de USC, Rod Dedeaux, quien lideró a los Trojans a 11 campeonatos nacionales, le dijo a Los Ángeles Times: “Lo de Seaver fue brutal”.

Seaver quedó en un limbo. Su familia le pidió a Eckert que cambiara de opinión. El padre del lanzador amenazó con demandar. Finalmente, Seaver se puso en contacto telefónico con el asistente del Comisionado y futuro presidente de la Liga Americana, Lee MacPhail, para apelar su caso.

La Oficina del Comisionado decretó que, aunque los Bravos no podían firmar a Seaver, cualquier otro equipo sí. Los clubes tenían hasta el 1ro de abril para comunicar que igualarían la oferta de los Bravos. Aquellos conjuntos entrarían a una lotería y el seleccionado obtendría los derechos de Seaver.

Sólo tres equipos entraron en la disputa por el lanzador: Indios, Filis y Mets.

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La lotería

En retrospectiva, luce casi inimaginable. Sólo tres equipos interesados en el futuro Salón de la Fama.

Pero la mayoría decidió pasar de largo, incluyendo a los Dodgers. La cosa es que incluso los Mets estuvieron cerca de hacer lo mismo.

El presidente del club, George Weiss, no quería a Seaver. Su asistente, Bing Devine, uno de los arquitectos de los “Milagrosos Mets” contó la historia en el libro “Amazin” de Peter Golenbock.

“Sí, [Weiss] estaba en contra de obtener a Seaver”, dijo Devine. “Seamos honestos, no sabía nada sobre él. Sólo dijo que no podíamos”.

“Hice un caso grande y recuerdo que, a sólo horas de poder tomar una decisión logramos un acuerdo, luego de que George Weiss aceptara. ‘Si ustedes están haciendo un caso tan grande, vayan por él’”.

Así que, el 2 de abril de 1966, el Comiisonado Eckert puso a tres equipos en un sombrero. Cuando ya estaban por sacar el nombre del equipo, MacPhail llamó a Seaver y a sus padres.

“MacPhail fue bien dramático, como si fuera el presentador de los Premios de la Academia”, recuerda Seaver.

“El Comisionado está sacando el nombre del sombrero”, dijo MacPhail.

“... y el equipo ganador es… los Mets de Nueva York”.

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Seaver, un Met

Al siguiente día, el 3 de abril, Tom Seaver era un Met.

Los periódicos de todo el país informaron los resultados. Como lo dijo Seaver: “Iba a los Mets. Sabía muy poco de ellos, pero iba hacia allá”.

Para Seaver, un chico de la Costa Oeste, Nueva York es un lugar de fanfarria. Los Mets eran un equipo de fanfarria.

“Estaba interesado en los Dodgers de Los Ángeles, Gigantes de San Francisco y en los Bravos de Atlanta de Henry Aaron”, escribió en su libro. “No me importaban los Increíbles Mets del décimo lugar. Nunca soñé con jugar en Nueva York”.

Seaver trabajó en los detalles de su contrato con el director de scouting de California de los Mets, Nelson Burbrink. Fue asignado a la Liga Internacional de nuevo, pero esta vez con Jacksonville; el club Triple-A de los Mets.

Su reacción luego de que los Mets ganaran la lotería fue prudente: “Han sido el peor equipo de la historia durante cuatro temporadas. Eso quiere decir que me darán la oportunidad rápido”.

Y así fue. Un año después, el 3 de abril de 1967, Seaver hizo su debut en la Gran Carpa en el Shea Stadium. Dos años más tarde, era el mejor lanzador de la liga y los “Amazin Mets” eran campeones mundiales por primera vez.

¿Y si los Mets nunca hubiesen contado con Seaver?

Imaginemos lo que hubiese pasado si Atlanta nunca hubiera perdido a Seaver. Si el contrato se mantenía y Seaver asciende a la grandeza con los Bravos.

Comencemos con la consecuencia más inmediata: Los Mets no ganan el título en 1969. Los “Milagrosos Mets” no consiguen el milagro sin Tom Seaver.

Vean lo que hizo Seaver en 1969. Tuvo récord de 25-7, liderando las Mayores en triunfos, con una efectividad de 2.21 y 208 ponches. Dieciocho de sus 25 aperturas fueron juegos completos. Lanzó 273.1 episodios. Ganó el Cy Young de la Liga Nacional y quedó en el segundo lugar por el Jugador Más Valioso, recibiendo la misma cantidad de votos para el primer puesto que el ganador, Willie McCovey.

En la postemporada, Seaver venció a los propios Bravos en el Juego 1 de la Serie Divisional de la L.N., comenzando la eventual barrida de los Mets. En la Serie Mundial ante los Orioles, Tom puso el campeonato al alcance con un juego completo de 10 innings en el Juego 4, antes de que los Mets alzaran el trofeo en el quinto duelo.

El arco histórico de los Mets sería muy distinto.

¿Cómo los Mets ganan el banderín en 1973 sin Seaver? Por muy dominante que fue en 1969, tal vez fue aun mejor en 1973, cuando ganó su segundo premio Cy Young. Dejó récord de 19-10, capturando la corona de efectividad de Grandes Ligas con 2.08 y siendo líder de la Nacional con 251 abanicados. En la postemporada fue una potencia, con un promedio de carreras limpias de 1.99 y 35 ponches en cuatro salidas.

Sin el título de Serie Mundial de 1969 y el banderín de 1973, quién sabe lo que hubiese pasado con los Mets.

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¿... y si se quedaba en los Bravos?

Hank Aaron era el héroe de Seaver. Dijo que “siempre pensaba en Aaron como una excelencia”. Así lo describió Bill Madden en su biografía de Seaver publicada en el 2020. Cuando el monticular firmó con los Bravos, su amigo de la infancia le dijo: “Salúdame a Hank Aaron por mí”. Seaver pudo haber ayudado a Aaron a ganar una Serie Mundial en Atlanta.

Los Bravos se mudaron a Atlanta en 1966. Antes de eso, como los Bravos de Milwaukee, ganaron el campeonato en 1957, liderados por el JMV de 23 años, Hank Aaron..

Ese terminó siendo el único anillo en la carrera de Aaron. Los Bravos sólo clasificaron a la postemporada una vez entre su temporada inaugural en Atlanta hasta el momento de su retiro en 1976. Fue en 1969. Seaver y los Mets los vencieron. Los Bravos de Atlanta no volvieron a ganar una Serie Mundial hasta 1995.

Si Seaver hubiese estado allí, pudo haber ayudado a reescribir la historia del equipo en sus primeros años en su nueva ciudad.

Con Seaver, tal vez los Bravos vencen a los Mets en 1969 (si es que Nueva York clasifica a los playoffs). Atlanta hubiese contado con Seaver y el también miembro del Salón de la Fama, Phil Niekro. En vez de eso, tenían a Ron Reed y a Pat Jarvis luego del legendario nudillista.

(La otra gran posibilidad hubiese sido que los “Milagrosos Mets” no derrotaran a los Orioles, ganadores de 109 juegos, en la Serie Mundial. Aquellos Orioles se hubiesen convertido en una dinastía aun mejor. Baltimore ganó la Serie Mundial de 1966, gracias al trío de inmortales Frank Robinson, Brooks Robinson y Jim Palmer. Ganaron de nuevo en 1970. Si añades 1969, hubiesen sido tres títulos en cinco años).

A lo mínimo, si los Bravos hubiesen podido contar con Seaver por más de una década, sus oportunidades de ganar una Serie Mundial hubiesen sido mayores. Seaver lanzó con los Mets entre 1967-1977, hasta que fue cambiado a los Rojos. Fue el mejor lanzador del mundo durante esas 11 temporadas, sumando un WAR de 79.1, según Baseball Reference; siendo, por mucho, la mayor cantidad entre los monticulares. Gaylord Perry lo siguió con 69. Niekro, de los Bravos, fue el cuarto con 62.

De manera interesante, el “¿qué hubiese pasado si…?” de Aaron juntándose con el también miembro del Salón de la Fama se mantuvo en la mente de Seaver. Pero aquel segundo inmortal no era él, sino Willie Mays, quien estuvo muy cerca de firmar con los Bravos, pero los Gigantes le pagaron el dinero que los Bravos no desembolsillaron. Los Bravos luego vencieron a los Gigantes de una manera similar un par de años más tarde.

En “Baseball Is My Life”, Seaver discutió los memorables bateadores que enfrentó. Mays y Aaron fueron los primeros dos. Seaver escribió: “Recuerdo pensar sobre la idea de que los Gigantes le hubiesen ofrecido US$500 más a Aaron, ambos hubiesen estado con los Gigantes. La idea de Mays y Aaron posiblemente en un mismo equipo durante años era aterradora”.

Quizás no lo tenía en cuenta, pero la idea de Seaver y Aaron en un mismo equipo también es aterradora.

Legados de franquicia

Los Dodgers, Bravos y Mets son definidos, en buena parte, por sus lanzadores.

La historia de los Mets pasa de Seaver, Dwight Gooden hasta Jacob deGrom. Pero es el número 41 quien resalta sobre todos.

Para los Dodgers, es de Koufax a Kershaw. Los Bravos, de Spahn a Maddux-Smoltz-Glavine. Seaver hubiese logrado incrementar esos legados de pitcheo aun más. Pero una situación contractual única favoreció a Mets.

“Suena simple”, escribió Seaver en “Baseball Is My Life”, “Simple, bien, excepto por una complicada situación que nadie pudo imaginar. Estoy seguro de que la organización de Atlanta piensa en ello cada vez que gano un juego. Tal vez los Dodgers también”.

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