En este pequeño país adoran a los Cubs
Los Entrenamientos Primaverales de 1985 estaban por comenzar, pero antes de reportarse en Arizona con el resto de sus compañeros de los Cachorros, el popular jardinero izquierdo Gary Matthews iba camino a un sitio en el que nunca había estado.
Era un lugar que Matthews jamás pensó en visitar. Realmente nunca había pensado mucho en ese sitio. Su manager, Jim Frey, pensó que era el nombre de algún jugador que el gerente general del club, Dallas Green, había obtenido en un cambio.
Pero era, de hecho, un país ubicado a más de 2,800 millas de Chicago.
“Dallas realmente ni me preguntó, simplemente me dijo, ‘Vas a ir a Belice’”, dijo Matthews durante una reciente llamada telefónica con MLB.com.
Los propietarios del club se habían enterado de que el pequeño país centroamericano, anclado en las costas del Caribe, tenía una base bien grande de fanáticos de los Cachorros, y querían mandar a una de sus estrellas en una visita de buena voluntad.
Así que, a pesar de los nervios y no estar tan convencido, Matthews abordó el avión.
Hicieron una parada en Nueva Orleans antes de aterrizar en la Ciudad de Belice. Una vez se bajó del avión, Matthews fue recibido por una masa de personas. Estaba en shock.
El grupo de gente continuó siguiendo los pasos de Matthews y su comitiva a lo largo de la ciudad, creciendo con el paso de los minutos. Saludos, apretones de manos y pancartas aparecían por doquier. Aquello terminó siendo un desfile personalizado para un deportista que, seamos honestos, jugaba béisbol en una franquicia básicamente perdedora a miles de millas de distancia.
“El Papa y la Reina de Inglaterra visitaron Belice”, comentó Matthews. “Tuvieron sus desfiles, y el mío fue el más grande después del Papa. Todo el mundo en el país salió a las callas, había gente en balsas. ¿Pero cómo, en el nombre de Dios, toda esa gente conocía a los Cachorros de Chicago?”.
La historia de amor de Belice con los Cachorros comenzó en 1981. La televisión llegó a la nació a principios de aquella década y una pareja de empresarios locales, Arthur y Marie Hoare, crearon su propia estación. El único problema era que se había olvidado de comprar programación.
Así que encontraron la forma de piratear la señal de WGN, la estación local de Chicago que transmitía los juegos de los Bulls, algunas novelas y, principalmente, los encuentros de los Cachorros. Durante muchos años fue el único canal disponible en los hogares, bares y restaurantes a lo largo y ancho del país. Los 162 juegos de los Cachorros se podían ver en Belice.
“Con la señal de WGN en la Ciudad de Belice gracias a la familia Hoare, todo el mundo estaba pegado a la televisión para ver a los poderosos Cachorros ganar o perder (perder, principalmente”, escribió el político local Michael Finnegan en 2013.
Nadie está seguro de por qué escogieron a WGN. En su momento, los residentes de Chicago creían que era debido a la gran población de inmigrantes provenientes de Belice radicados en Chicago y el hecho de que las dos regiones compartían el mismo uso horario. WGN probablemente también era una de las señales más fáciles de robar. En cualquier caso, la fanaticada creció, incluso a pesar de las malas campañas del club en esos primeros años de los 80. Tenían sus jugadores favoritos, ondeaban banderas y, por su puesto, se convirtieron en adoradores del famoso narrador Harry Caray.
Y luego los Cachorros empezaron a ganar. Fue allí donde empezó a cuajarse el viaje de Matthews.
Chicago ganó su división en 1984, su primer viaje a la postemporada en 39 años. No llegaron a la Serie Mundial, pero dieron pasos importantes, así que había llegado la hora de que un jugador del club fuese a conocer a aquel especial grupo de fanáticos en Belice.
“No hay nada como ir por la calle y escuchar a la gente gritando tu nombre en ambos lados de la calle”, reconoció Matthews. “Yo quedé sorprendido, ‘Dios, ‘¿qué está pasando?’”
Matthews, que terminó quinto en la votación al Jugador Más Valioso de la Liga Nacional en 1984, se quedó por unos días con el Embajador de Estados Unidos en el pequeño país centroamericano. Llevó bates, pelotas y guantes para niños, disfrutó de la exquisita comida y habló frente a miles personas en el Yabra Green, el centro comunitario de la Ciudad de Belice.
“Se me eriza la piel de solo pensarlo”, recordó Matthews. “Sólo les di las gracias por ser fanáticos de los Cachorros y les dije que no podía creer que hubiese tanta gente. Fue bien emocionante”.
Los Cachorros tuvieron altos y bajos (principalmente bajos) por muchos años luego de la visita de Matthews, pero 32 años después, en el 2016, pasó lo imposible: el club rompió con su histórica sequía ganando su primera Serie Mundial en 108 años.
Aunque WGN ahora era uno de muchos canales disponibles en Belice y ya no hay tantos fanáticos de los Cachorros como en aquellos primeros años, había una inmensa cantidad de seguidores del club que no podían creer lo que estaban viendo. Hasta hubo un apagón eléctrico en la isla Ambergris Caye justo antes del jonrón de Rajai Davis que momentáneamente empató la pizarra para los Indios en el 9no. Un bloguero local cree que fue porque todas las televisiones estaban prendidas al mismo tiempo para ver el juego.
En todo caso, encontraron la forma de enterarse del resultado final, algunos usando el Gameday de MLB y otros simplemente escuchando detenidamente para ver si detectaban gritos de felicidad a lo lejos.
Y así fue.
El último out desató la alegría. Hasta murales pintaron para celebrar la tan esperada corona de los Cachorros.
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Matthews, que fue comentarista de los Filis luego de que terminara su carrera como pelotero, ahora está retirado y bastante separado del juego. Aunque no ha regresado a Belice desde su visita en 1985, las memorias todavía lo alegran.
“Sí, créanlo o no, lo recuerdo como su fuese ayer”, dijo. “Fue un honor para mí, y más que un honor cuando me fui y me quedé pensando en lo especial que fue aquello”.
Una vez que le pongan la vacuna del COVID-19, Matthews planea regresar a Belice con su hijo, el también ex ligamayorista Gary Matthews Jr., o quizás con su buen amigo y actual manager de los Astros, Dusty Baker. Le gustaría ir a pescar y llevar implementos de béisbol, quizás a los hijos de aquellos niños de aquel amigable lugar del que nunca había jugado y del que rápidamente se enamoró hace ya varias décadas.
Esperemos que haya otro desfile de bienvenida preparado para recibirlo.