¿Piensas que Soto es favorecido por el Bronx? Piensa de nuevo

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La llegada de Juan Soto al Bronx ha sido, como se esperaba, un éxito abrumador.

Al comenzar agosto, el dominicano bateaba para .309/.436/.593, lo que equivale a un OPS+ de 187, que lo empata con Shohei Ohtani como el segundo mejor en las Grandes Ligas, sólo detrás de su propio compañero en los Yankees, Aaron Judge. Dejando de lado su temporada de 47 juegos en el 2020, este año casi con certeza será el mejor de la carrera de Soto hasta la fecha, lo cual no es poca cosa, dado que ha sido comparado con Ted Williams desde casi el día en que debutó como un joven de 19 años en el 2018. Junto con Judge, Soto es la mitad de un dúo que no se ha visto desde los días de Babe Ruth y Lou Gehrig; la trayectoria actual de su carrera lo perfila como “meramente Joe DiMaggio”. No hay palabras suficientes para alabar lo que está haciendo.

Si sólo estás leyendo las estadísticas llamativas y no has seguido de cerca la campaña de Soto, podrías pensar que sabes por qué su año es tan élite y tan superior a los anteriores. Debe ser, presumiblemente, porque un bateador zurdo de poder llegó a Nueva York y aprovechó la pared del jardín derecho tan cerca del plato en el Yankee Stadium para dar jonrón tras jonrón. ¿Verdad?

Piensa de nuevo. En realidad, Soto no ha conectado ni un solo cuadrangular de ésos que sólo salen por el jardín derecho del Yankee Stadium. De hecho, su nuevo hogar no ha ayudado a Soto en lo absoluto. Podría haberlo perjudicado, en términos de vuelacercas, más que a casi cualquier otro bateador en el juego.

¿Cómo es eso posible, dada la fama del Yankee Stadium de ser increíblemente amigable para los zurdos? Vamos a averiguarlo.

Soto ha disparado 26 bambinazos hasta este punto, empatado en el sexto lugar en las Grandes Ligas. Cada uno de sus jonrones esta temporada habría sido cuadrangular en al menos 15 de los 30 estadios, según el seguimiento de Statcast que tiene en cuenta las diferencias en la forma, el tamaño y las alturas de varias partes de los diferentes estadios. (En realidad, estamos usando una versión mejorada que ajusta factores como la temperatura, la elevación y el ambiente, por lo que los números son ligeramente diferentes a los que podrías ver en la versión que sólo considera la distancia).

No hay un solo jonrón del tipo “sólo habría salido en uno de 30 estadios” entre ellos, como este cuadrangular de Triston Casas que no se habría ido en ningún otro parque de las Grandes Ligas aparte del Yankee Stadium. No hay ninguno que esté ni siquiera cerca, realmente; 25 de los 26 cuadrangulares habrían salido de al menos dos tercios de los otros estadios, y el único que no estuvo entre ellos – uno en junio contra Justin Slaten – se habría ido de “15 de 30 parques” que ni siquiera fue en Nueva York. (Fue en el Fenway Park).

Da un vistazo a este gráfico y observa exactamente dónde han caído sus vuelacercas, con un enfoque especial en el jardín derecho. ¿Qué no ves? No ves ni un solo punto cerca de la valla del bosque derecho. No ves nada que simplemente se haya colado sobre esa pared corta, del tipo con el que Didi Gregorius hizo carrera. Ves jonrones por todos los rincones.

Esto es, en muchos sentidos, esperado. Cuando Soto fue cambiado a los Yankees en invierno pasado, investigamos exactamente eso, señalando que su destreza para darle a la bola a todas las bandas – además de su extraordinario poder – significaba que realmente no era un buen candidato para beneficiarse de esas dimensiones del Yankee Stadium.

“De hecho, si hubiera jugado todos sus juegos en casa en el Yankee Stadium el año pasado, habría dado menos bambinazos, porque las partes más profundas por el jardín izquierdo y entre el centro y el izquierdo en el Bronx habrían absorbido algunos de sus batazos a la banda contraria”, escribimos en ese momento. “Según las cifras de Statcast, en lugar de los 35 que conectó, habría dado sólo 30 (si sólo se consideran las alturas y distancias de las paredes del Yankee Stadium) o 27 (si se incluyen también factores ambientales). De cualquier manera, habría dado menos, y parece desaconsejable pedirle que trate de jalar más la pelota hacia su banda”.

Si bien en realidad está jalando la pelota más – un 44%, que es el tope de su carrera y un aumento marcado con respecto al 36% del año pasado – lo más interesante es dónde está sucediendo eso. Es lejos del Bronx.

Porcentaje de batazos hacia su banda en casa: 41%

Porcentaje de batazos hacia su banda fuera de casa: 44%

De hecho, como lo señaló por primera vez el editor de MLB.com, Andrew Simon, no hay un bateador en las Grandes Ligas con una brecha mayor entre su total de jonrones (27) y su total de jonrones esperados (33) que Soto, una cifra que se basa en todos esos batazos que habrían salido de cuadrangular en unos 20 estadios (o vuelacercas que sólo habrían salido en unos pocos estadios). Bobby Witt Jr., quien juega la mitad de sus encuentros en el inmenso Kauffman Stadium, está ligeramente por detrás.

Entonces, por ejemplo, cuando Soto conectó un doble el 19 de julio contra Shawn Armstrong hacia lo más profundo entre el bosque central y el izquierdo del Yankee Stadium, el del Bronx fue uno de los dos únicos parques (junto con el PNC Park en Pittsburgh) donde esa pelota no habría encontrado las gradas.

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Dos días después, contra Pete Fairbanks, hizo casi lo mismo, excepto que esta vez, el Yankee Stadium fue el único parque que lo habría retenido.

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El 4 de julio, cuando Will Benson le robó a Soto un posible bambinazo, fue ante una conexión que se consideraba habría salido de 25 de los 30 estadios de las Mayores.

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Ya tienes la idea. Debido a que gran parte del poder de Soto es hacia la otra banda, el Yankee Stadium realmente no está mejorando su línea, al menos no de la manera en que la

gente quiere creer que lo está haciendo. Después de todo, no tiene prácticamente ninguna diferencia: 1.039 de OPS en casa, 1.022 de OPS fuera de casa. Tiene una docena de vuelacercas en casa y 15 en la ruta.

Si Soto realmente quiere elegir su próximo estadio local basado en la favorabilidad para sus habilidades, así que podrías imaginarlo como un miembro de los Rojos de Cincinnati, dado que podría haber tenido 41 vuelacercas ya este año si hubiera jugado todos los juegos en el Great American Ball Park. (Sí, realmente, 41. Este doble contra Kody Funderburk de Minnesota habría salido del coloquialmente llamado “Great American Small Park”).

Soto, por supuesto, es un bateador históricamente talentoso. No llegas a ser comparado con DiMaggio o Williams, ni a comenzar su carrera de una manera que lo pone entre los verdaderamente mejores bateadores de todos los tiempos a los 25 años, necesitando que tu estadio te haga lucir bien.

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