Hace 25 años, Pedro ponchó a 5 de 6 en el ASG… pero este hombre se le embasó
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Hace veinticinco años, Pedro Martínez estaba en otro nivel.
Para el receso del Juego de Estrellas de 1999, el as dominicano lideraba a todos los lanzadores calificados en victorias (15), ponches (184) y efectividad (2.10). Luego ganaría su segundo de tres premios Cy Young. Y lo hizo en una temporada que fue principalmente un año de bateadores: la liga rompió el récord de más jonrones conectados y presentó al primer equipo en alcanzar 1,000 carreras anotadas.
Por supuesto, Pedro fue seleccionado para abrir el Juego de Estrellas en su estadio local, el Fenway Park. Con el apoyo de la multitud, estuvo quizás en su mejor momento contra algunos de los más destacados toleteros en la historia del juego. Se convirtió en el primer pitcher en ponchar a los tres primeros bateadores en orden en un Clásico de Media Temporada y luego procedió a guillotinar a cinco de los seis cañoneros que enfrentó.
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Pero un bateador, un hombre, gracias a la voluntad y el deseo de no caer ponchados como los otros antes que él, de alguna manera se embasó.
“Yo solo estaba tratando de no ser contado entre los muchachos que ponchó”, me dijo Matt Williams por teléfono. “Y funcionó. Logré embasarme”.
Williams, un cinco veces All-Star que ahora es coach de tercera base de los Gigantes, recuerda ver a los primeros bateadores poncharse y simplemente pensar que la Liga Nacional estaba en problemas.
“Podías decirlo, podías verlo”, aseguró Williams. “Es uno de esos momentos en el juego donde tienes una confianza suprema en el montículo con un gran arsenal frente a tú público. Definitivamente tenía un poco más esa noche”.
Y nuevamente, recuerda, estos no eran unos bateadores normales.
Los cinco que se poncharon incluyeron a tres futuros miembros del Salón de la Fama: Barry Larkin, Jeff Bagwell y Larry Walker. También estaban el dominicano Sammy Sosa, quien conectó 609 jonrones de por vida, y Mark McGwire, quien bateó 583.
Larkin, el primer bateador de la Liga Nacional, recibió varias rectas de más de 95 mph y luego... el temido cambio de velocidad de Pedro.
“Luego me lanzó un cambio y pensé, ‘¿Qué diablos fue eso?’”, le dijo Larkin recientemente a The Athletic.
Walker, el siguiente en la alineación, se ponchó con apenas cuatro envíos.
“Ese es Pedro Martínez”, le dijo Walker al Hartford Courant después del juego. “En este momento, probablemente es el mejor lanzador en el juego, y lo será por un tiempo. Está dominando con todos sus pitcheos, y los está lanzando todos en strike”.
Sosa se ponchó con cinco pitcheos, luciendo completamente confundido con una curva de esas que solo parece posible en una caricatura estilo Bugs Bunny.
McGwire, quien había roto el récord de jonrones en una temporada de Roger Maris el año anterior y lideraría las Grandes Ligas con 65 cuadrangulares en 1999, cayó ponchado empezando la parte alta del segundo inning.
“Cuando vienes contra mí, me lo tomo de manera personal”, le aseguró Martínez en el 2019 a MLB Network sobre aquella actuación. “No voy a dejar que creas que eres mejor que yo, sin importar quién seas o lo que hagas”.
El siguiente bateador: Williams.
“Después de ver caer a los primeros, pensé en tratar de hacer contacto ante un pitcheo temprano en la cuenta”, relató el tercera base.
Williams no estaba buscando un boleto, explicando que su filosofía era “solo el cartero camina”. Su mayor cantidad de bases por bolas en una temporada durante su carrera fue apenas 43.
“Estaba listo desde el primer lanzamiento”.
Efectivamente, Williams hizo swing al primer pitcheo. No hizo mucho con él, pero lo golpeó lo suficientemente fuerte hacia la segunda base que el puertorriqueño Roberto Alomar, un Guante de Oro que solo había cometido tres errores en toda la campaña, no pudo asegurar la pelota. Williams se apresuró por la línea para llegar a primera.
“Terminé llegando a primera base por un error”, se rió Williams. “Pero me considero afortunado de no haber sido uno de esos muchachos (que se poncharon)”.
Pero luego, Williams fue rápidamente eliminado en una doble matanza vía ponche y out en segunda base cuando intentó robarse la intermedia con Jeff Bagwell en el plato.
“Sí, fue un mal movimiento”, se rió Williams nuevamente.
Aun así, casi tres décadas después, Williams valora el turno al bate que tuvo contra uno de los más grandes del juego, aunque Pedro le haya dado dolores de cabeza durante toda su carrera. (Me dijo que no buscara las estadísticas, pero se fue de 22-3 en 22 turnos, con 10 ponches, ¡pero dos jonrones!) Pudo ver a Pedro Martínez, en la cúspide de sus habilidades, en el escenario más grandioso.
“Pedro estaba en su mejor momento en ese momento”, siguió Williams. “Era capaz de lanzar la pelota donde quisiera con extrema velocidad y precisión. No ves eso muy a menudo. Todas los lanzamientos le funcionaban. La recta era eléctrica, y también era capaz de cambiar velocidades con el cambio y el slider. Simplemente, ya sabes, estás ahí luchando por tu vida”.