Miguel, rey de Venezuela en Grandes Ligas
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A esta altura de su ilustre carrera, a Miguel Cabrera no le hacía falta llegar al club de los 500 jonrones para que fuera considerado el mejor jugador venezolano en la historia de Grandes Ligas. Sus números en general antes de su bambinazo número 500 conectado el domingo frente a Steven Matz y los Azulejos en Toronto lo habían establecido como tal desde hacía mucho tiempo.
• ¡Miguel Cabrera al club de los 500 jonrones!
Pero ahora, como nuevo integrante de dicho club -- el número 28 en la historia de Grandes Ligas y el primero nacido en Venezuela -- el toletero de los Tigres de Detroit nos ha recordado las alturas que ha alcanzado como mejor ligamayorista en la historia de su país.
“Para nosotros, es un orgullo”, dijo al respecto su compatriota y exgrandeliga Bobby Abreu, un veterano de 18 años en Grandes Ligas y cuyo WAR cumulativo de 60.17 (versión Baseball-Reference) sólo es superado por el de 68.89 de Cabrera en las Mayores. “Es nuestro próximo Salón de la Fama”.
Efectivamente, Cabrera, de 38 años de edad, parece tener su pase seguro al Salón de la Fama cinco años después de su eventual retiro, cuando se convertía en el segundo venezolano con una placa en Cooperstown luego de Luis Aparicio. Acercándose a los 3,000 hits de por vida (lleva 2,955 ahora mismo), ha dejado pocas dudas de sus argumentos para el Salón: Once veces convocado al Juego de Estrellas, dos veces Jugador Más Valioso de la Liga Americana, cuatro títulos de bateo, dos títulos de jonrones y la Triple Corona de bateo del Joven Circuito en el 2012—entre otros logros.
Entre sus compatriotas venezolanos, Cabrera es el líder en cuadrangulares, empujadas (1,785), anotadas (1,498) y títulos de bateo de por vida (cuatro). Está empatado en el primer lugar junto a Antonio Armas padre con sus dos títulos de jonrones y en el primer puesto con Andrés Galarraga con sus dos títulos de impulsadas.
Criándose en Maracay, estado de Aragua, Cabrera parecía destinado a dejar su huella en el béisbol. Su madre, Gregoria, fue torpedera y cuarta en el orden ofensivo de la selección venezolana de softbol, entre otros elementos del pedigrí de Miguel en el diamante.
Como adolescente, Cabrera fue entrenado por su tío, David Torres, un ex jugador de liga menor. A sus 16 años, el joven Miguel fue firmado por los Marlins, un fichaje realizado por quien es ahora su gerente general en los Tigres, el cubano Al Ávila.
El compatriota de Cabrera y su futuro compañero de equipo en Detroit, el infielder Carlos Guillén, jugó contra Miguel en la Liga Venezolana de Béisbol Profesional al principio del presente milenio, cuando el primero pertenecía a los Navegantes del Magallanes y el segundo a los Tigres de Aragua.
En aquel entonces, se veía ya el talento especial de Cabrera.
“No solamente con su bate, sino también su manera de jugar el béisbol, su manera de ver el béisbol, su manera de ver el juego”, comentó Guillén. “Su manera de prepararse psicológicamente para el juego. Él ve el juego desde otro punto de vista. Tienes que estar al lado de él y yo tuve la dicha de estar al lado de él y de estar en contra de él”.
Para los momentos de su debut en Grandes Ligas con los Marlins en el 2003 -- año en que ayudó al equipo de la Florida a ganar la Serie Mundial --sus compatriotas ya sabían de lo que era capaz.
“De una vez, se veía que tenía un talento especial, un hombre que sabía lo que estaba haciendo en el plato”, dijo Abreu, quien jugó con frecuencia ante Cabrera y los Marlins a mediados de la década de los 2000 como integrante de los Filis. “Un pelotero con mucha disciplina en el plato. Sabe lo que está buscando. Sabe lo que va a hacer. Sabe hacia dónde va el pitcheo. Él iba a batear donde iba, hacia la banda contraria, por el medio o halarla cuando tenía que halarla”.
Tras ser cambiado de los Marlins a los Tigres previo a la temporada del 2008, Cabrera entró a su apogeo y jugó en Detroit con múltiples compatriotas, tales como Guillén, Magglio Ordóñez, Armando Galarraga, Víctor Martínez, Omar Infante y Aníbal Sánchez, entre otros. Del 2011 al 2014, esas ediciones de los Tigres ganaron cuatro títulos divisionales al hilo y participaron en la Serie Mundial del 2012, con Cabrera encabezando un fuerte ataque ofensivo.
“Para mí, personalmente, fue un privilegio jugar junto a Miguel Cabrera”, dijo Ordóñez. “Fue un honor. La verdad es que lo disfruté muchísimo. Un profesional excepcional, extraordinario.
“Miguel es un excelente compañero de equipo, uno de mis mejores amigos cuando estuvimos ahí jugando con los Tigres de Detroit”, continuó Ordóñez. “Siempre nos apoyábamos, nos aconsejábamos. Muy divertido. Siempre está con ánimo, siempre está jugando duro”.
Y ahora, por supuesto, se trata del más reciente miembro del club de los 500 jonrones en Grandes Ligas, un punto de exclamación en cuanto a su condición de mejor venezolano en la historia de las Mayores.
“El mejor jugador que ha nacido en Venezuela”, enfatizó Ordóñez. “Él ha superado a todos los jugadores nacidos en Venezuela. Va a ser el segundo Salón de la Fama venezolano”.
Por supuesto, Ordóñez y Guillén tuvieron la oportunidad de ver de cerca a Miguel forjar esos argumentos para Cooperstown.
“Para nosotros los venezolanos, es un gran ejemplo”, dijo Guillén. “Para todos los venezolanos, para todos los latinos y para todo el béisbol del mundo, eso es algo importante”.
Agregó Abreu: “El orgullo que no sólo tengo yo, sino que tenemos todos los venezolanos de la manera en que Miguel Cabrera nos ha representado en las Grandes Ligas, ha sido lo máximo. Nosotros estamos contentos”.