¿Qué evitó un OF con Mays-Aaron? US$50

Esta nota fue publicada originalmente en enero del 2021.

Nativos de Alabama. Outfielders. Estrellas de las Ligas Negras. Héroes de las Grandes Ligas.

Son muchas las cosas que conectan a Hank Aaron y Willie Mays. Desde los días a finales de los años 40 en los que sus respectivos equipos se enfrentaron uno al otro en un juego de fútbol americano de preparatoria hasta los días en los que el ahijado de Mays, Barry Bonds, pasó a Aaron para convertirse en el líder de jonrones de todos los tiempos, sus caminos se cruzaron muchas veces.

Pero Aaron y Mays, como ustedes ya saben, jamás fueron compañeros de equipo. Mays hizo referencia a eso en las declaraciones que ofreció, en un comunicado, luego de la muerte de Aaron el 22 de enero de 2021 los 86 años.

“Aunque nunca fuimos compañeros de equipo”, dijo Mays, “jugamos juntos en muchos Juegos de Estrellas”.

Efectivamente, compartieron dugout en el Juego de Estrellas la increíble cifra de 22 veces: cada año entre 1955 y 1972, con cuatro adiciones entre 1959 y 1962, cuando había dos Juegos de Estrellas por temporada. También participaron juntos en muchas exhibiciones durante la temporada muerta.

Pero algo que no dijo Mays en su comunicado, y que muchos aficionados del béisbol no conocen, es lo cerca que estuvieron estas dos leyendas del béisbol de jugar en el mismo equipo de Grandes Ligas.

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Regresemos en el tiempo a 1952. Mays, de 21 años, estaba en su segunda temporada en las Mayores con los Gigantes de Nueva York. Aaron, de 18 años, estaba disputando la única temporada que pasó con los Payasos de Indianápolis (que en realidad jugaban en Buffalo, Nueva York) de las Ligas Negras.

Para ese momento, Aaron todavía tomaba el bate con la mano derecha por debajo de la mano izquierda y venía de ser firmado como shortstop por US$200 al mes. Pero pasó sólo un mes con los Payasos, porque la voz sobre todo el talento que tenía empezó a regarse rápido.

“Los scouts de los equipos de Grandes Ligas están tomando los estadios donde juegan los Payasos”, escribió un columnista del Chicago Defender. “Todos parecen estar de acuerdo en que se para en el plato como un joven Ted Williams”.

Amistad única con Baker

Los Bravos de Boston y los Gigantes de Nueva York estaban entre los equipos que estaban siguiendo de cerca a Aaron. Sabemos que fueron los Bravos – y específicamente el scout Dewey Griggs – los que firmaron a Aaron. De acuerdo a distintos informes, los Bravos le pagaron US$10,000 a los Payasos para comprar el contrato existente de Aaron.

El mismo Aaron, sin embargo, introdujo un camino alternativo de acuerdo a una cita suya en un ensayo del autor Donald Honig. El ensayo, titulado “Batting Around,” es de la edición Otoño 2000/Primavera 2001 de “NINE: UN diario sobre la historia y la cultura del béisbol”, y sugiere que los Gigantes también hicieron una oferta.

“Yo tenía el contrato de los Gigantes en mi mano”, dijo Aaron de acuerdo a la publicación. “Pero los Bravos ofrecieron US$50 más. Eso fue lo único que evitó que Willie Mays y yo fuéramos compañeros de equipo: US$50”.

Haciendo el ajuste de acuerdo con la inflación, US$50 al mes en US$1952 es casi el equivalente a US$500 en 2021. Una cifra irrisible para un equipo de Grandes Ligas.

Esa cita ha regado como la pólvora una de las grandes historias que nunca fueron en el mundo del béisbol, junto a la supuesta oferta que le hicieron los Yankees a un estudiante de preparatoria de San Diego, llamado Ted Williams, en 1936.

Su grandeza, en números

Por supuesto, como tantas otras cosas de la historia del béisbol (y de la historia en general), no está claro qué tan preciso es el relato. Si los equipos de Grandes Ligas en realidad estaban pujando para comprar el contrato de Aaron, entonces las ofertas las negociaciones hubiesen sido con los Payasos, no con el propio Aaron.

En cualquier caso, es divertido y fascinante pensar en lo que hubiese pasado si los Gigantes hubiesen cerrado el trato. La mente enseguida se pone a volar con la sola idea de Mays y Aaron en el mismo outfield. Quizás las dos leyendas no se hubiesen visto limitadas a un solo anillo de Serie Mundial cada uno si hubiesen jugado juntos. Quizás San Francisco no hubiese tenido que esperar hasta 2010 por su primer campeonato.

Pero toda moneda tiene dos caras, claro. Dado que los Gigantes tenían un tremendo outfield (Mays en el centro, Monte Irvin en la izquierda y Don Mueller en la derecha), ¿habría Aaron recibido la misma oportunidad en los Gigantes de 1954, que ganaron la Serie Mundial, que la que tuvo con los Bravos? Quizás su debut se hubiese visto retrasado hasta 1955, cuando un improductivo Irvin fue bajado a las menores. Y quizás ese retraso habría impactado sus posibilidades de romper el récord de Babe Ruth.

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Quizás, dado el poco espacio que había en los Gigantes para 1954, lo hubiesen cambiado.

Quizás hubiese terminado de cualquier manera en los Bravos.

Al final, tener a Mays y Aaron en distintos equipos sirvió a una tarea más importante. Cada uno labró su mismo camino y establecieron sus propias identidades como íconos de sus respectivas franquicias. También inspiraron intensos debates entre la fanaticada sobre quién era el mejor jugador.

Debido a estos debates, muchas veces se especuló sobre una supuesta tensión entre los dos, especulación que ambos hombres negaron durante una entrevista en el 2008 con Bob Costas.

“Nos llevábamos bien”, dijo Aaron en ese momento. “Eso es absolutamente lo más lejano de la realidad de lo que podría pensar”.

El respeto de Mays por Aaron era tal que le pedía prestado sus bates cuando ambos equipos se veían las caras. Y las comparaciones disparaban la competencia. Aaron le dijo a Costas que se leía en el periódico que Mays había dado tres hits, entonces trataba todavía con más fuerza para dar tres también.

Todo el mundo sabe que Aaron eclipsó el mítico récord de Ruth con su jonrón 715 el 8 de abril de 1974. Pero rompió otra marca ese mismo día, la de más carreras anotadas en la historia de la Liga Nacional (2,062).

Un récord de Mays.

Así que no, Aaron y Mays nunca fueron compañeros de equipo. Pero estuvieron – y estarán por siempre—eternamente vinculados.

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