¿Alguien cuestiona aún la pasión y emoción de EE.UU.? Ya no debe hacerlo
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MIAMI – Si alguien aún cuestionaba la emoción que genera el Clásico Mundial de Béisbol dentro de la selección de los Estados Unidos y su equipo de estrellas de Grandes Ligas, quedó despejada cualquier duda en ese sentido el sábado en el partido de cuartos de final entre los estadounidenses y Venezuela en el loanDepot park de Miami.
En un choque de muchas alternativas y muchas vueltas en la pizarra ante casa llena—mayormente del lado de Venezuela—ambas escuadras intercambiaron golpes, reales y simbólicos, a lo largo de nueve entradas. Hubo múltiples gestos de emoción entre las dos novenas. Por Venezuela, se destacaron los dos jonrones de Luis Arráez y los electrizantes ponches y reacciones de José Quijada en situaciones cruciales, a la vez que el abridor del juego por los Estados Unidos, Lance Lynn y, desde la cueva, Adam Wainwright, se vieron bien animados. Y por supuesto, el decisivo cuadrangular con bases llenas de Trea Turner en la octava entrada provocó gritos y festejos de parte del nuevo torpedero de los Filis de Filadelfia y el resto de sus compañeros.
Al fin y al cabo, Estados Unidos eliminó a Venezuela, que había ganado sus primeros cuatro choques del torneo, para avanzar a la semifinal del domingo frente a Cuba.
“Es uno de los mejores juegos de los que he sido parte”, dijo el manager de la selección estadounidense, Mark DeRosa. “Alguien tenía que ganar, alguien tenía que perder”.
Cuando Arráez disparó su segundo bambinazo en el cierre del séptimo episodio para poner el partido 7-5 a favor de Venezuela, todo lucía indicar que seguiría la fiesta venezolana en Miami que empezó día 11 de este mes. Sin embargo, en la entrada siguiente y con las bases llenas, Turner disparó un bombazo de 407 pies frente a Silvino Bracho para definir el marcador 9-7 a favor de EE.UU. y silenciar la gran concurrencia venezolana en las tribunas.
“Creo que a nivel individual, es probablemente el batazo más grande que he tenido”, comentó Turner, quien fue campeón de la Serie Mundial con los Nacionales en el 2019 contra los Astros en el Minute Maid Park. “Y es probablemente el juego de más ruido en que he jugado. Hoy fue eléctrico y tan bueno como aquellos partidos de Serie Mundial”.
Son palabras de peso, pero bien acertadas. Con las tantas vueltas que dio el partido, los 35,792 espectadores—simpatizantes de Venezuela en su gran mayoría—mantuvieron el nivel de ruido casi todo el trayecto. En ese tenor, los jugadores de los Estados Unidos mantuvieron la misma intensidad.
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“Les dije a los muchachos antes del juego (que) quería igualar su pasión”, reveló DeRosa, quien volvió a comparar el ambiente en este Clásico al que vivió hace más de 20 años como jugador de los Leones del Caracas en la Liga Venezolana de Béisbol Profesional y los enfrentamientos con Navegantes del Magallanes. “Quería igualar eso. Quería que nosotros celebráramos con los muchachos en el plato también. Cuando Trea le dio a esa bola, honestamente, vi alrededor de 35 muchachos, incluyendo a los coaches, perder sus mentes por un minuto. Entonces, fue un gran momento”.
En la historia de los Estados Unidos en el Clásico Mundial, el batazo de Turner fue apenas el tercer Grand Slam, después de uno de David Wright en el 2013 y otro de Jason Varitek en el 2006. Y para el mismo campcorto, es la primera vez en su carrera como ligamayorista que le da vuelta a la pizarra con un jonrón del octavo inning en adelante en un partido.
“Tienes que reaccionar”, dijo Turner. “Ellos retomaron la ventaja y teníamos que responder. Creo que fue un gran juego de pelota con muchos buenos jugadores”.