Dominantes Yankees de 1998 lo tenían todo
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La historia recuerda a los Yankees de 1998 como uno de los equipos de béisbol más dominantes, una maquinaria que trituró a la Liga Americana con lo que para entonces era un récord de 114 victorias en la temporada regular antes de ganar otros 11 duelos en la postemporada, asegurando el 24to trofeo de Serie Mundial con una barrida sobre los Padres.
Sin embargo, aquel final feliz no era evidente a principios de abril. La talentosa escuadra estaba sumida en medio de una tormenta, perdiendo cuatro de sus primeros cinco juegos. Con el propietario George M. Steinbrenner furioso en Nueva York y el puesto del manager Joe Torre en peligro, de acuerdo con reportes de prensa, un meeting clave se organizó antes de un juego de martes por la noche en el viejo Kingdome de Seattle.
“Para mí, ganar es un subproducto de hacer todo de la forma correcta”, recordó Torre dos décadas después. “Sencillamente no estábamos jugando bien. Yo siempre he dicho algo, ‘No pierdas el juego. Haz que alguien te venza’. Estábamos perdiendo juegos porque no estábamos jugando como éramos capaces de hacerlo. Yo estaba molesto con eso. Estaba bien molesto en aquel meeting”.
Torre expresó su disgusto con lo que consideraba era una forma apática de jugar por parte de sus dirigidos, y luego les pidió a sus veteranos que tomaran la palabra, con David Cone entre aquellos que aceptaron la invitación. Cone apuntó al espíritu competitivo de sus compañeros, notando cómo el puertorriqueño Edgar Martínez, bateador designado de los Marineros, había hecho swing sin ningún tipo de miedo a un pitcheo en 3-0 durante una paliza la noche anterior sin ningún tipo de respuesta por los pitchers de los Yankees.
“Joe nos dejó hablar”, recordó el puertorriqueño Jorge Posada. “Dijo, ‘¿Alguien quiere hablar?’ Luego hablaron (Paul) O’Neill, Cone, la mayoría de los veteranos hablaron. Nos dijimos nuestras cosas, criticándonos unos a otros… Recordamos el tipo de equipo que teníamos. Y eso fue todo”.
La reunión ayudó a los Yankees a corregir su curso. Chuck Knoblauch bateó el primer pitcheo del juego de esa noche sobre la pared como parte de un primer inning de seis carreras y los Yankees ganaron 22 de sus próximos 24 juegos, incluyendo un triunfo por 17-13 sobre los Atléticos en el primer cotejo en Yankee Stadium.
Las conversaciones sobre la posibilidad de reemplazar a Torre con alguien como Davey Johnson se disiparon cuando los Bombarderos se hicieron con el primer lugar el 30 de abril y nunca lo dejaron escapar, apoyándose cada noche en un héroe distinto.
Los Yankees de 1998 fueron bendecidos con un lineup completo, una banca profunda, estelar pitcheo abridor y un bullpen no menos efectivo. En una temporada en la que el resto del béisbol estaba fascinado por la batalla entre Mark McGwire y el dominicano Sammy Sosa por el récord de jonrones en una campaña de Roger Maris, Tino Martínez lideró a los Yankees con 28 vuelacercas, pero el equipo fue primero en las Mayores con 965 carreras anotadas. Su diferencial de carreras fue +309, el mejor para cualquier club desde los Yankees de 1939 (411).
“Literalmente todos los días llegamos al estadio así como, ‘Vamos a ganar hoy’”, dijo Andy Pettitte. “Eso no siempre es así. Era una actitud, no importaba lo que pasara, parecía que siempre íbamos a sobreponernos. Íbamos a ganar el juego. Era un tremendo equipo, sencillamente”.
Una temporada regular con siete victorias dejando tendido al rival y 16 blanqueos tuvo como su punto más alto el juego perfecto de David Wells el 17 de mayo contra los Mellizos. Hubo una pelea épica que envolvió al dominicano Armando Benítez y los Orioles, y los Yankees perdieron una sola vez más de tres juegos seguidos, armando cinco cadenas de ocho triunfos o más. Más de un tercio de sus victorias fueron por cinco carreras o más. Los Medias Rojas, que ganaron 92 juegos, terminaron a 22 cotejos detrás de Nueva York en el Este de la L.A.
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“A nadie le importaba quién era el héroe, o quien aparecía en los titulares”, recordó Derek Jeter. “Simplemente queríamos ganar y eso era lo que lo hacía especial. Obviamente estoy sesgado, pero en mi mente, no es solo uno de los grandes equipos de la historia del béisbol, sino uno de los grandes equipos del deporte”.
Tras el impulso que dio el bate del ascendido Shane Spencer en septiembre, los Yankees barrieron a los Rangers en la SDLA, luego mantuvieron el ritmo que brindó una apertura clave del cubano Orlando Hernández en el Juego 4 para cobrar venganza sobre Cleveland -- que los había eliminado de la postemporada en 1997 -- para avanzar a la Serie de Campeonato de la Liga Americana.
“Las cosas que recuerdo: David Wells saliendo en hombros después de un juego perfecto”, indicó Scott Brosius. “Bernie Williams ganando el título de bateo (.339) y saliendo después del partido para recibir una ovación. Pienso en El Duque irrumpiendo para dar la cara en Cleveland. Shane Spencer convertirse en Babe Ruth en septiembre. Grandes recuerdos”.
Los Padres consiguieron 98 victorias en la temporada regular y conquistaron el título del Oeste de la Liga Nacional con una ventaja de 9.5 juegos, pero los Bombarderos pegaron más fuerte en la Serie Mundial. Martínez llenó de electricidad al Bronx con un grand slam que dio la ventaja en el Juego 1 -- inmediatamente después de contar con la fortuna de que un pitcheo que parecía strike con la cuenta 2-2 fue cantado bola -- y Hernández lanzó bien en el Juego 2, enviando el Clásico de Otoño a San Diego.
“No pensamos mucho”, dijo el cerrador Salón de la Fama, el panameño Mariano Rivera. “Sólo queríamos jugar el deporte que amamos y conocemos bien. Después esperábamos que el resultado fuera que las cosas salieran a nuestro favor. Y eso fue exactamente lo que pasó”.
Nueva York reaccionó al final del Juego 3, con Brosius pegando un jonrón de tres carreras contra Trevor Hoffman. Lanzando detrás de un roster que había formado una unión más fuerte después de que se le diagnosticara cáncer de colon a Darryl Strawberry, Pettitte tuvo una joya en el encuentro que decidió la serie con 7.1 episodios en blanco.
“Para mí todo pasó tan rápido en la Serie Mundial”, dijo Pettitte. “Mi papá tuvo una operación de corazón abierto ese año. No estuve para algunos partidos durante la Serie Mundial; viajé a San Diego, me reuní con el equipo, lancé en el partido y me fui casi inmediatamente. Para mí fue una extraña Serie Mundial. Obviamente fue algo maravilloso, pero en ese momento solamente pensaba en si mi papá iba a sobrevivir la cirugía”.
Rivera generó el último out, una rodada hacia Brosius en la tercera base. Brosius saltó de felicidad con los brazos en el aire y corrió hacia la lomita para tirarse en el montón que calificó como “un sueño hecho realidad”. Eso inició una celebración tan grande que llegó hasta la frontera sur de los Estados Unidos.
“Recuerdo que ganamos en San Diego, y algunos muchachos fueron a México -- a Tijuana”, declaró Posada. “Y algunos simplemente esperábamos que pudieran volver. La mayoría nos quedamos en San Diego. Fue divertido. Creo que ese desfile de campeones, de los cinco que tuvimos en Nueva York, fue el más ruidoso y con la mayor cantidad de gente”.
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El récord de victorias de los Yankees en la temporada regular estuvo vigente hasta el 2001, cuando los Marineros opacaron la marca con 116 triunfos. Sin embargo, los Bombarderos despacharon al potente club de Seattle en la SCLA, y por eso los Yankees de 1998 todavía son los únicos que cumplieron la misión.
“No me fijo en 114. Me fijo más en 125.”, concluyó Posada. “Porque al final, si no ganas, no significa nada. El hecho de que ganamos esos 11 partidos es lo más importante, eso es lo que más recuerdas”.